Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 694
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Capítulo 694:
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«Perdóname por creer cada palabra que salió de su boca, por alejar a Maia con mis propias manos».
Sandra se secó las lágrimas de las mejillas, con la voz ronca y quebrada. «Sí, Rosanna nos engañó, tomó decisiones terribles, pero sigue siendo nuestra carne y nuestra sangre…».
«¡No tengo ninguna hija con ese nombre!». Los ojos de Richard ardían de furia. «Ojalá la policía se hubiera equivocado hace tantos años… Ojalá Maia fuera nuestra hija biológica».
«¡Pero Maia ya nos ha dado la espalda!». Sandra sintió un nudo en el pecho mientras respiraba profundamente y miraba a su marido a los ojos. —Recuerda que todavía tenemos un hijo. Jarrod es ahora el heredero de los Morgan. ¡Rosanna es nuestra única esperanza para salvarlo! Entreguémosla a Axell, para que Jarrod pueda ser liberado. Y este acuerdo podría salvar lo que le queda de futuro. Al menos no se consumirá en la miseria, humillándose como una miserable cualquiera.
Que una madre dijera esas palabras demostraba lo profundamente decepcionada que estaba con su propia hija.
Richard apretó los nudillos mientras asimilaba su razonamiento.
Se quedó en silencio durante unos segundos y luego asintió con la cabeza.
—Tienes razón. No podemos abandonar a Rosanna en la calle. Todavía es útil para nuestra familia. El miedo carcomía a Richard. El espectáculo de hoy podría envenenar las intenciones de Axell. —Deberíamos entregársela a Axell esta noche, antes de que surjan complicaciones.
Sandra aceptó sin dudarlo.
Juntos, se acercaron a la figura empapada por la lluvia de su hija.
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Al oír los pasos que se acercaban, Rosanna levantó la cabeza.
El reconocimiento se reflejó en sus rasgos y algo frágil brilló en su mirada vacía. Lo último que le quedaba de compostura se desmoronó cuando cayó de rodillas.
Con las palmas apoyadas contra el frío pavimento, Rosanna enterró el rostro mientras la lluvia se mezclaba con sus lágrimas.
Entonces llegó el sonido: un llanto crudo y primitivo que resonaba como la súplica desesperada de un niño perdido.
«Papá… Mamá… ¿me perdonan, por favor? Sé lo mucho que les he fallado. No volveré a pelear con Maia… No seguiré destruyendo todo lo que toco…».
Los sollozos de Rosanna se volvieron desesperados mientras se arrastraba hacia adelante, aferrándose a la pierna de Sandra.
«A partir de ahora, seré todo lo que querían que fuera… Por favor, perdónenme, ¿de acuerdo? Les juro que cambiaré…».
Sandra permaneció inmóvil bajo el aguacero, temblando por la emoción reprimida.
Algo cruel se retorcía en su corazón, apretándolo hasta que apenas podía respirar.
Las palabras se formaron en sus labios, pero «perdóname» se negaba a salir de su garganta.
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