Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 693
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Capítulo 693:
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Una vez más, fue Maia quien se situó en el centro de su destrucción. Siempre Maia, entretejiendo cada hilo de su caída.
El corazón de Vince pertenecía por completo a Maia, y cada gramo de simpatía fluía naturalmente en dirección a Maia.
Pero, ¿qué hay de ella? Rosanna no sabía qué había hecho mal.
Le resultaba difícil comprender este mundo. Lo único que quería era recuperar su vida, eliminar a la mujer que le había robado su lugar, volver al mundo de privilegios que debería haber sido suyo.
Sus sueños eran muy sencillos. Ser amada, casarse con alguien rico, vivir cómodamente y ganarse el respeto de los demás. Nada más que eso.
¿Por qué ella, que luchaba por recuperar lo que le pertenecía, seguía sin estar a la altura, mientras que Maia, que le había robado su identidad, podía vivir tan fácilmente?
Solo quería darle a Maia lo que se merecía, hacerla pasar por las mismas amargas dificultades que ella había soportado durante años.
¿Qué había de malo en eso?
Rosanna se levantó lentamente del suelo, con la ropa sucia y rasgada, y el pelo completamente revuelto.
En ese momento, un trueno retumbó en el cielo mientras nubes oscuras se acumulaban sobre su cabeza, cada vez más densas. La lluvia comenzó a caer en forma de cortinas densas.
La gente en la calle corría a refugiarse bajo los toldos de las tiendas y en sus coches, pero Rosanna se quedó completamente inmóvil bajo el aguacero.
Levantó las manos hacia arriba, dejando que la lluvia la empapara, como si pudiera limpiar su culpa o liberar la ira y la desesperanza que se acumulaban en su pecho.
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El agua le corría por el pelo, le empapaba el cuello y le goteaba entre los dedos, dejándola completamente empapada.
Sin embargo, parecía completamente ajena al mundo que la rodeaba.
Deseaba desesperadamente que todo esto fuera solo una pesadilla, que pudiera abrir los ojos y encontrar a Maia todavía encerrada, a Vince todavía llevando su anillo de compromiso , y a Richard y Sandra todavía colmándola del mismo amor incondicional que antes, como si nada de esta devastación hubiera afectado nunca a sus vidas.
Pero el tiempo solo avanzaba en una dirección y no había forma de deshacer lo que se había hecho.
Cuando Richard y Sandra salieron del recinto, vieron la silueta de Rosanna bajo la lluvia, con el pelo mojado y enredado cayéndole sobre los hombros.
Richard apretó la mandíbula e instintivamente comenzó a alejarse. Pero la mano de Sandra encontró su manga, sus dedos agarraron la tela y se detuvo de repente.
Miró fijamente la solitaria figura de Rosanna, con lágrimas mezcladas con la lluvia en sus propias mejillas. «Rosanna, parece tan…».
Richard frunció el ceño con una frustración apenas contenida. «¿De verdad estás pensando en perdonarla otra vez? Si no fuera por sus mentiras, ¿cómo habría caído nuestra familia tan bajo?». Su voz transmitía un amargo arrepentimiento, áspera y curtida. «No puedo…
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