Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 678
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Capítulo 678:
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Las cámaras se giraron hacia ella al instante, y todos los objetivos captaron sus palabras. Rosanna se dirigió hacia el centro del escenario con movimientos bruscos e inquietos. Su expresión rebosaba amargura y rabia.
Había venido aquí disfrazada, pasando desapercibida ante todos, solo para satisfacer su deseo de ver a Maia derrumbarse bajo el peso del juicio público. Parecía ser la única forma de evitar hundirse aún más en la desesperación.
La voz de Rosanna volvió a resonar, esta vez más fuerte. «¡Así que, todos, no se dejen engañar por la actuación de Maia! ¡Siempre ha sido la mujer más manipuladora y rencorosa que he conocido!».
Era como si finalmente hubiera encontrado el lugar perfecto para descargar todo lo que había reprimido.
Levantando el micrófono más alto, Rosanna comenzó a enumerar los pecados de Maia uno tras otro.
«Maia no solo robó la joya más preciada de Radiant Jewels. Después de salir de la cárcel, ¡también me robó a mi prometido, Vince! En mi propia fiesta de compromiso, lo sedujo delante de mí, ¡haciendo que me dejara delante de todos!».
La sala estalló en murmullos. En Internet, los comentarios se dispararon.
«No puedo creer que Rosanna esté diciendo todo esto ella misma. ¿No siente ninguna vergüenza?».
«¿Que te dejen plantada en tu fiesta de compromiso? ¡Parece sacado de una telenovela!».
Pero Rosanna no se inmutó. No le importaban las burlas. Desde el momento en que dio un paso al frente, solo tenía un objetivo: acabar con cualquier simpatía o admiración que el público aún sintiera por Maia.
Si ella no podía tener paz, Maia tampoco.
Después de todo, Axell ya la había mancillado; había perdido su inocencia, así que ¿qué más le importaba?
Ya nada importaba.
Su voz se quebró por la furia mientras continuaba: «Y en nuestro banquete de cumpleaños, fue ella quien me tendió una trampa. ¡Lo orquestó todo, me dejó vulnerable y dejó que un hombre e ara violarme! Maia actúa de forma dulce ante las cámaras, pero detrás de las cámaras es despiadada y vil!».
Los ojos de Rosanna estaban ahora inyectados en sangre, y todo su cuerpo temblaba mientras casi gritaba al micrófono. «Aunque todos se rían de mí por decir esto, ¡quiero que el mundo sepa quién es Maia en realidad!».
El caos se desató de nuevo.
El público estaba conmocionado, algunos susurraban, otros estaban demasiado atónitos para hablar.
Y, sin embargo, en medio de todo eso, Maia permanecía inmóvil. No dijo ni una palabra. Simplemente miró a Rosanna, con una expresión inexpresiva, completamente indescifrable.
Las cámaras hicieron un zoom, captando la inquietante calma de sus ojos: fríos, inmóviles y evocadores. Ni un atisbo de emoción. Y ese silencio provocó un escalofrío en todos los presentes.
En ese momento, Maia comprendió una cosa con claridad: Rosanna se había desmoronado por completo.
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