Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 614
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Capítulo 614
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Maia estudió su rostro con atención, buscando grietas en su compostura. «Sr. Cooper, ¿a qué se dedica exactamente su jefe?».
Una suave brisa vespertina se deslizó por las calles de la ciudad, abriéndose paso como un secreto susurrado, acariciando las hojas de los árboles. Las farolas derramaban charcos dorados sobre las copas de los árboles, y su resplandor se fragmentaba en sombras tenues y danzantes sobre el pavimento.
Chris se detuvo en seco, y una lenta y tranquila sonrisa se dibujó en su rostro, arrugando las comisuras de sus ojos. «Solo soy un conductor, Maia. ¿Los entresijos de los negocios de mi jefe? Sinceramente, no tengo ni idea».
Maia ladeó la cabeza, con los ojos brillantes de escepticismo bajo la luz de la farola. Sus dedos se crisparon a los lados, delatando sus dudas. —Vamos, Chris. Siempre le acompañas en sus viajes de negocios. La última vez, recibiste una bala protegiéndole de ese ataque.
La mirada de Chris se desvió y se posó en las sombras oscilantes de los árboles que bordeaban la calle. —La mayoría de los días, el jefe se encarga solo de las conversaciones con los clientes. Yo no estoy presente. Mi trabajo es sencillo: conducir y mantenerlo a salvo. ¿El lío de la última vez? Pura mala suerte. Unos matones le tendieron una emboscada y yo solo estaba allí.
Su voz se mantuvo firme, suave como la brisa, sin rastro de engaño.
Se apoyó en una farola, cruzando los brazos con naturalidad, y añadió: —A pesar del ascenso, sigo estancado, encargándome de las tareas menores.
Maia estudió su perfil y su corazón se derritió como cera al calor de una llama.
Quizás estaba sacando conclusiones precipitadas. Chris había luchado con uñas y dientes para reconstruir su vida después de que Kolton lo hubiera mancillado. Un trabajo estable y legítimo no debía de haber sido fácil de conseguir. Probablemente por eso Chris apreciaba tanto su puesto actual, hasta el punto de arriesgar su vida por su jefe.
Pero al escuchar su descripción, Maia no pudo evitar sentir que el jefe de Chris era del tipo que podría ser un señor del crimen o algo similar, sobre todo porque su jefe tenía tratos con Maxwell.
Esa conexión por sí sola hacía que Maia estuviera casi segura de que el jefe de Chris estaba involucrado en operaciones ilegales y turbias.
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Era la única explicación para que Chris, a pesar de su ascenso, aún no supiera en qué consistía el negocio de su jefe. El funcionamiento real de este tipo de empresas ilegales solía ser un secreto, conocido solo por el círculo más cercano. Para alguien ajeno, un e o oculto tras capas de disfraces y excusas bien diseñadas, era casi imposible descubrir la verdad o incluso encontrar alguna pista.
Su preocupación se intensificó, apretándole el pecho.
Se apartó un mechón de pelo de la cara, que la brisa se llevó mientras hablaba. «Chris, tenemos que hablar».
El suave viento jugaba con su cabello, enmarcando sus rasgos afilados en un cálido y fugaz resplandor. Parecía casi frágil bajo las luces de la calle, un contraste poco habitual en su habitual aspecto de acero.
Chris parpadeó, tomado por sorpresa. Se enderezó y se metió las manos en los bolsillos. —¿Sobre qué?
—Conozco a algunos profesores de primer nivel en el campo de la medicina. —La voz de Maia era ligera, pero sus dedos se curvaron en la palma de la mano, clavándose las uñas en la piel—. Podrían ayudarte con tus dolores de cabeza. Sin embargo, tienen la agenda muy apretada. Si tienes que irte de viaje por trabajo o surge algo, cambiar la cita será una pesadilla. Así que…
Chris arqueó las cejas, captando el sentido de sus palabras. —¿Quieres que deje mi trabajo?
Maia abrió la mano y lo miró con firme determinación.
—Sí.
En realidad, con sus contactos entre esos profesores, cambiar una cita nunca sería un problema.
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