Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 611
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Capítulo 611
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Desde pequeña, había sido testigo de cómo Kolton doblegaba al mundo a su voluntad. Cuando un compañero de clase se atrevió a cruzarse en su camino, toda su familia desapareció de Wront sin dejar rastro. Ahora, con Maia en el punto de mira, el resultado no sería diferente.
Cualquier resentimiento que alguna vez había distorsionado su expresión había desaparecido. Al salir del estudio, una sonrisa tranquila la reemplazó: serena, segura, victoriosa.
Minutos más tarde, Claudio entró en la habitación.
Su mirada se posó en su padre, que ya lo observaba con una expresión dura como una piedra.
Claudius sintió un nudo en la garganta. —¿Me has llamado, padre?
Kolton no respondió de inmediato. Simplemente entrecerró los ojos e hizo un gesto a Claudio para que se acercara. —¿Así que ayer asististe a la fiesta de cumpleaños de Maia?
Hablaba como si fuera una conversación trivial, pero el tono severo era inconfundible. Claudio se tensó. —Sí.
«También he oído que le llevaste tres regalos… y que alguien te eclipsó».
La habitación pareció encogerse por un momento. La expresión de Claudio se ensombreció.
No tenía sentido fingir ignorancia. Si Kolton lo mencionaba, era evidente que ya conocía los detalles. —Así es —admitió Claudio.
Kolton arqueó ligeramente las cejas, con una mezcla de diversión y escrutinio. —No hay muchos que puedan competir con la familia Cooper, al menos por aquí. ¿Tienes idea de quién era esa persona?
—No, todavía no —respondió Claudio—. Por lo que hemos averiguado, es probable que no sea de Wront.
Al oír eso, Kolton se levantó de la silla. Con pasos lentos y deliberados, se acercó y posó una mano firme sobre el hombro de Claudio.
En lugar de regañarlo, su voz era baja y seria. —Sobre Maia… Confío en que lo hayas pensado bien. Pero ten en cuenta que tu posición y tus decisiones tienen peso. Un paso en falso puede convertir a un aliado en un enemigo. No bajes la guardia.
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Claudius miró a su padre a los ojos y captó la advertencia implícita sin necesidad de que se la expresara. «Lo entiendo… pero si Maia…», dijo, midiendo cuidadosamente sus palabras. Si Maia se unía a la familia Cooper, las ventajas estratégicas para su empresa serían enormes.
Sin embargo, antes de que pudiera formular la idea, Kolton intervino: «Ya basta. Estoy cansado». Se recostó en la silla y cerró los ojos, dando por terminada la conversación.
Con los labios apretados, Claudio se dio la vuelta para marcharse. Los argumentos que había preparado de antemano quedaron encerrados en su mente, sin pronunciar y sin usar. El silencio se apoderó del estudio en el momento en que salió. Pero los ojos de Kolton se abrieron de nuevo, inyectados en sangre, agudos y alertas.
Afuera, la noche se extendía infinita, cargada de una tensión silenciosa. Le recordaba al silencio que precede a una tormenta violenta. Escupió un suspiro profundo. Maia no solo era inteligente, era peligrosa.
Desde tomar el control de Aurora Apparel hasta robarle el protagonismo en aquella lujosa celebración de cumpleaños, y ahora coincidiendo con la caída de la familia Morgan… Nada de aquello le parecía casual.
Cada movimiento tenía un propósito. Cada paso estaba medido.
La aparición del escurridizo «Sr. M» no hacía más que aumentar el misterio y su inquietud.
Maia era calculadora y jugaba a largo plazo con una precisión extraordinaria. Si no conseguían atraerla a su círculo, supondría una amenaza futura que nadie podría permitirse ignorar.
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