Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 609
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Capítulo 609
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En su mente, vio flashes de Pattie coqueteando, toda sonrisas y miradas tímidas, y la imagen le revolvió el estómago. Se volvió bruscamente hacia Maxwell. «¿Dónde está mi hermano?».
Maxwell se encogió de hombros con indiferencia. «Ha ido al baño».
Maia añadió: «¿Dónde está Pattie?».
Con una sonrisa burlona, Maxwell respondió: «Al mismo sitio».
La respuesta dejó heladas a Elvira y Maia. Se miraron confundidas antes de correr hacia el pasillo. Justo cuando llegaban, se abrió la puerta del baño. Pattie salió lentamente, con una mano sujetando a Roland a su lado. Tenían las caras enrojecidas y respiraban con dificultad.
Elvira se quedó boquiabierta. Sus ojos iban de uno a otro con incredulidad antes de soltar finalmente: «¿Qué hacían ustedes dos ahí dentro?».
El calor les subió a la cara en cuanto escucharon la pregunta.
—Eh, no es lo que parece —dijo Pattie rápidamente, apretando a Roland contra ella—. Tu hermano estaba bebiendo con Chris. Había bebido demasiado y me preocupé. Solo quería ver si estaba bien. ¡En serio, no es lo que piensas!
Desde fuera, se oyó un coro de voces confusas. «¿No es lo que pensamos? ¿Qué crees que estamos pensando exactamente?».
Pillada en medio de la explicación, Pattie se quedó paralizada. Ya podía sentir cómo las palabras la hundían más. Por mucho que intentara explicarlo, solo sonaba peor. En ese momento, fingir que no tenía ni idea era probablemente su mejor opción.
Elvira no se lo creía. Miró a Pattie con recelo, con los labios apretados en una línea fina. Era evidente que quería decir algo más, pero, tras mirar a su hermano, se tragó su irritación.
En su lugar, se acercó y apartó a Roland de Pattie, lanzándole una mirada fulminante. Con el brazo entrelazado con el de él, suavizó el tono de voz. —Roland, vuelve mañana conmigo a Drakmire, ¿de acuerdo?
Maia ya le había contado todo. Roland ya no tenía motivos para quedarse.
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El corazón de Pattie se hundió. ¿De verdad se iba? Para su sorpresa, Roland negó ligeramente con la cabeza.
—Id sin mí. Todavía tengo cosas que hacer aquí. Eso no era lo que Elvira quería oír. Frunció el ceño. —¿Qué más te queda por hacer?
¿No era Maia la única razón por la que estaba allí? ¿Qué más tenía que hacer?
—Aún queda el caso —dijo Roland, con voz repentinamente grave—. El abogado de Zenith Legal que tuvo ese accidente de coche antes del juicio… No me iré hasta que llegue al fondo del asunto.
Solo decirlo le hizo apretar la mandíbula. Era imposible no ver la furia detrás de sus ojos.
Elvira parpadeó, y el recuerdo volvió a ella con toda su fuerza. Durante la última comparecencia de Maia en el tribunal, su abogado había sufrido un grave accidente, lo habían llevado al hospital y nunca despertó.
Ahora que estaba claro por qué tenía que quedarse, ella no tenía ningún argumento que esgrimir. Lo único que pudo hacer fue mirar a Maia con una mirada que parecía decir: «Maia, no puedo hacer nada al respecto».
Maia apartó la mirada, con expresión desgarrada. Aún la atormentaba aquel día y, en el fondo, sabía que le debían al hombre herido algo más que silencio. En ese caso, tenía que encontrar la manera de ganarle algo de tiempo a Roland con Zoey.
—Entonces está decidido. Elvira, deberías volver primero a Drakmire —dijo Maia, dirigiendo la mirada hacia Roland—. Y Roland, si tienes algún problema con este caso, no dudes en pedir ayuda.
Chris y Maxwell se miraron, pero permanecieron en silencio, evaluando la situación y optando por no opinar.
La noche había cubierto la finca Cooper, pero las luces del interior brillaban con una energía inquieta. Mariana paseaba por el salón como un animal enjaulado, con los tacones resonando contra el suelo. Cada pocos segundos, sus ojos se dirigían hacia la puerta principal. Los dedos se retorcían con ansiedad en el borde de la manga, con la frustración y la impaciencia burbujeando justo debajo de la superficie.
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