Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 604
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Capítulo 604
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«¡Muy bien! Sigamos adelante. Maia, empieza tú otra vez…».
Sin embargo, en las rondas siguientes, Elvira se vio envuelta en una racha perdedora. Maxwell jugaba como si tuviera a la diosa Fortuna en el puño. Cada vez sacaba el número más alto, a veces incluso un triple seis perfecto, como si el destino mismo hubiera sido sobornado.
Por un instante, Elvira sospechó que Maxwell estaba haciendo trampa. Pero después de revisar los dados y la copa con precisión milimétrica, no encontró nada inusual.
No había sido derrotada por completo, pero claramente había perdido el control. Para empeorar las cosas, cada vez que Chris o Maia acababan en el bando perdedor, Maxwell les lanzaba las preguntas más fáciles, tan aburridas que podrían haber dormido a un bebé.
«¡Vaya, hoy estoy en racha! Sigamos jugando, chicos. No pongáis esa cara. ¡Solo es un juego!», dijo Maxwell con aire presumido, haciendo girar los dados entre sus dedos como si obedecieran a su voluntad.
Elvira estalló como leña seca al entrar en contacto con el fuego. «No te hagas el importante. Si pierdes más tarde, no te lo pondré fácil».
Maxwell respondió con un encogimiento de hombros indiferente, sin inmutarse. «Estaré esperando».
Fue entonces cuando Maia empezó a atar cabos. La calma anterior de Chris no había sido casual, sino calculada. Estaba claro que sabía desde el principio que Maxwell tenía habilidades ocultas bajo la manga.
Chris se inclinó hacia ella, con voz baja y burlona, y una leve sonrisa se dibujó en sus labios. «¿Qué opinas? ¿Crees que la suerte de Maxwell se acabará en la próxima ronda?».
Estaban tan cerca que Maia podía sentir el roce de su aliento en su oreja. El calor le provocó un escalofrío que le recorrió la espalda. Pocos en aquella sala conocían la verdad: Maxwell era el heredero oculto de la familia Payne de Drakmire, una dinastía inmersa en el mundo del juego. Había crecido entre los pasillos de casinos deslumbrantes, aprendiendo a dominar el arte de los dados desde niño. Para él, este juego era un juego de niños.
Mientras tanto, el humor de Elvira se ensombrecía por momentos. Observaba cómo Chris se acercaba cada vez más a Maia, susurrándole al oído con la naturalidad de alguien que lo había hecho cientos de veces.
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Para Elvira, Chris nunca había sido un hombre virtuoso. ¿Y Maxwell? Probablemente fuera del mismo palo. Sin duda, era un jugador astuto criado en antros llenos de humo, no alguien que ganaba por casualidad. ¿Cómo si no podía seguir ganándole ronda tras ronda?
Si las cosas seguían así, sus planes cuidadosamente trazados se desmoronarían por completo, todo gracias a Maxwell.
Con una mirada penetrante, se volvió hacia él. —Señor Payne, el juego está perdiendo su encanto con sus interminables victorias. Claro, esta noche tiene una suerte increíble, pero ¿sus preguntas? Son como la sopa de ayer: insípidas y olvidables. ¿Qué le parece esto? Si gana la próxima ronda, déjeme hacerle la pregunta a mí.
Anticipando su resistencia, Elvira decidió endulzar la oferta. Se inclinó hacia él y le entregó una copa de vino, con un tono suave y persuasivo. «Es solo un pequeño favor, Maxwell. No me lo negarás, ¿verdad? Pregunta a cualquiera de los presentes, tus preguntas no han precisamente encendido el ambiente».
Luego, bajando la voz hasta que solo él pudiera oírla, añadió con un brillo pícaro en los ojos: «Y si aceptas… mañana te haré un chequeo médico completo».
Eso hizo que Maxwell se detuviera. Respiró hondo. No era una oferta cualquiera. Elvira no era una doctora cualquiera, era la mejor sanadora de Drakmire. Incluso las familias más ricas tenían que hacer cola para que les atendiera. Y, a decir verdad, Maxwell sabía que sus preguntas hasta ahora habían sido demasiado insulsas.
Instintivamente, miró a Chris, luego exhaló y dijo: —Está bien. Primero, escucha tu pregunta. Si me parece buena, quizá acepte.
Al ver que no la había rechazado de plano, Elvira no perdió tiempo. Se reclinó con un brillo victorioso y expuso su plan. —Subamos la apuesta. En la siguiente ronda, el perdedor tendrá que cumplir el reto, sin poder escaquearse bebiendo ni echándose atrás. ¿Te parece justo?
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