Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 589
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Capítulo 589
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La notoria reputación de Axell iba mucho más allá de simplemente golpear a su exmujer hasta dejarla hospitalizada. Hacía tiempo que circulaban historias sobre el trato cruel que daba a sus amantes: las estrangulaba con cinturones, les echaba agua hirviendo e incluso las azotaba con cera caliente.
Era un auténtico monstruo.
Todo eso iba dirigido a Maia. Rosanna nunca había imaginado que sería ella quien se enfrentaría a ese destino.
Ahora, sus propios padres querían entregarla a Axell como si no fuera más que una moneda de cambio.
Una avalancha de humillación, pavor, arrepentimiento y miedo puro se abatió sobre ella, revolviéndole el estómago.
Abrió la boca, queriendo expresar esas horribles verdades, pero las palabras no le salían.
Sabía claramente que, aunque hablara, Richard y Sandra nunca la tomarían en serio. Solo dirían que estaba exagerando, que era irrazonable, que era incapaz de ver las cosas como eran. Rosanna apretó los ojos con fuerza, negó ligeramente con la cabeza y dijo en voz alta: «No. No lo haré».
Richard, incapaz de contener más su frustración, se armó de valor y se dirigió a Rosanna con tono severo y grave. —¿Tienes idea de lo que estás diciendo? Jarrod sigue encerrado y lo hemos intentado todo. Sin el perdón de Axell, Jarrod será condenado en solo dos semanas. —La calidez desapareció de su voz, dejándola gélida.
Y añadió con severidad: «Eres su hermana, Rosanna. No puedes quedarte de brazos cruzados y dejar que esto suceda».
—Así es —intervino Sandra sin dudarlo—. Has montado tal lío que no hay forma de calmar a todo el mundo. Nosotros también estamos ahogados en esto. Si te niegas a casarte con Axell, ¿qué piensas hacer ahora con tu vida?
Por fin, las lágrimas brotaron, pero Rosanna no lloró. Simplemente se derrumbó sobre sí misma, y el silencio fue más devastador que cualquier grito. Se hundió en el suelo, rodeándose la cabeza con los brazos y acurrucándose con fuerza, con todo el cuerpo temblando.
—¡Todo es culpa de Maia! Ella es la que está detrás de todo, ¿por qué me hacen pagar a mí? —Las palabras de Rosanna salieron en un grito desesperado y desgarrador.
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Una repentina oleada de fuerza la invadió y agarró el jarrón más cercano, lanzándolo al suelo con una fuerza salvaje y temeraria. Sin previo aviso, corrió hacia la ventana, la abrió de un tirón y se asomó a medias, con el aire nocturno arremolinándose a su alrededor.
«No voy a dejar que me vendan a ese monstruo. Si me obligáis, ¡juro que voy a saltar!».
—¡Rosanna! —exclamó Sandra, con la voz temblorosa por el pánico. Richard palideció en un instante. Su voz se volvió brusca y autoritaria: —¡Baja ahora mismo! ¡Ni se te ocurra! La ira y el miedo se desbordaron cuando Sandra se dio la vuelta y golpeó a Richard. —¡Todo esto es culpa tuya! Si Rosanna se hace algo, ¡yo iré con ella!
Paso a paso, con cautela, Richard se acercó. Mientras tanto, Rosanna se estiró más, con los dedos agarrados al marco con tanta fuerza que se pusieron pálidos. Sus ojos parpadeaban frenéticamente, escudriñando la escena a su alrededor. «¡No te acerques más!», gritó Rosanna, con todo el cuerpo temblando mientras se aferraba a la ventana.
«¡Está bien, está bien! Olvídate de Axell. ¡Ya se nos ocurrirá otra cosa!», cedió Richard finalmente, con la frustración dando paso a la desesperación.
Cuando oscureció, la tormenta emocional de Rosanna había pasado.
Se quedó dormida, agotada, acurrucada en los brazos de Sandra.
En otra parte, la sala estaba llena de humo.
Richard estaba sentado en silencio, fumando un cigarrillo tras otro, con el cenicero rebosante de pruebas de su inquietud.
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