Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 575
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Capítulo 575
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Su dinámica había cambiado ligeramente desde la noche anterior, era más cálida, más natural, pero Maia no se había permitido pensar plenamente en la idea de ser la esposa de Chris. Aun así, no tenía ningún problema en llevar ese título cuando le convenía.
Si Chris seguía su ejemplo, Maia no tenía ninguna duda de que podría colocarlo en la cima del Grupo Cooper en tres años.
Chris se quedó quieto un instante antes de soltar una carcajada sonora y sin filtros, con una sonrisa llena de encanto juguetón.
Ver a Maia abrirse poco a poco a la idea de ser su esposa despertó algo en él. Su imagen se reflejaba claramente en sus ojos y, con ella, surgió una tranquila determinación: algún día le daría el tipo de boda que llamaría la atención y no dejaría lugar a dudas de que ella le pertenecía.
Desde arriba, una voz robótica femenina dijo: «V03, Chris Cooper, por favor, diríjase a la sala de consultas 1».
—¡Somos nosotros! —dijo Maia rápidamente, agarrándole de la mano mientras lo guiaba por el pasillo.
Estaban a punto de llamar a la puerta cuando una voz nítida y clara flotó desde el interior. —Dr. Beresford, he revisado el documento que mencionó ayer. Si integramos un punto de simulación para la respuesta del nervio óptico, el modelo de monitorización podría mejorar significativamente.
Esa voz la sobresaltó. Sonaba… sorprendentemente parecida a la de Elvira. Antes de que pudiera entenderlo, Chris ya había empujado la puerta para abrirla.
En el centro de la habitación, Elvira estaba inmersa en una animada conversación académica con Leland, con una expresión alegre y animada. En el momento en que la puerta se abrió con un chirrido, su conversación se interrumpió y, por instinto, miró hacia la entrada. Lo que vio le provocó un cambio visible: Chris entró primero y, justo detrás de él, Maia entró sin dudarlo.
Un cambio notable se apoderó del rostro de Maia en el instante en que reconoció a la mujer.
No había duda: Elvira estaba allí. Pero ¿por qué había aparecido de repente en Wront?
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Esa revelación sacudió el pecho de Maia, y su instinto le gritó que retrocediera.
Aun así, retirarse ya no era una opción.
Alejarse solo la haría parecer nerviosa, como si estuviera tratando de ocultar algo.
Con los ojos entrecerrados, Elvira miró a Chris y luego dirigió su penetrante mirada a Maia. —Maia, tú y él… ¿qué hacéis aquí exactamente?
La mirada de Elvira volvió a Chris, esta vez con un ceño fruncido que lo decía todo. La frustración nublaba su expresión. Dondequiera que fuera Maia, Chris no se alejaba mucho. ¿No le había advertido que se mantuviera alejado de Maia?
Y, sin embargo, verlos ahora uno al lado del otro dejaba dolorosamente claro que solo se habían enredado más.
Un breve y incómodo silencio se apoderó de la habitación, como si todos contuvieran la respiración. Rompiendo la tensión, Maia finalmente habló. —Solo estoy aquí con él para su consulta.
Le dio un ligero codazo a Chris. —Ve. El médico está esperando. Yo salgo un momento con Elvira.
Antes de que él pudiera decir nada, Maia ya había dado un paso adelante y guiaba suavemente a Elvira hacia el pasillo.
La incredulidad se reflejaba en el rostro de Elvira, como si la explicación de Maia no tuviera ningún sentido.
Una vez en el pasillo, Elvira no le dio ni un momento a Maia para recomponerse antes de soltar la bomba. «¿En serio, Maia? ¿Has venido con él a una cita médica? ¿No se supone que solo sois vecinos? ¿Desde cuándo los vecinos se presentan así los unos a los otros? Te das cuenta de que es un adulto, ¿no? No es un niño indefenso. Dime la verdad, ¿qué está pasando aquí exactamente? ¿Y tu marido tiene idea de que estás pasando tiempo así con Chris?».
Cada acusación golpeaba a Maia con precisión milimétrica, sin dejarle margen para retroceder.
Con un suspiro cansado, Maia respondió con calma: «Hice algunos favores para conseguirle la cita con el Dr. Beresford y también tenía que recoger la medicina de Kathie. Eso es todo».
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