Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 54
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Capítulo 54:
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Jarrod se puso en pie tambaleándose, con la rabia ardiendo tan intensamente que no podía ver con claridad. Sin pensarlo, apretó los puños y se abalanzó sobre Maia, lanzándole un brutal puñetazo directamente a la cabeza.
En su mente, la humillación anterior solo se debía a que lo habían tomado por sorpresa. Ahora iba a ajustar cuentas.
Desde su punto de vista, atreverse a intimidar a Rosanna e incluso levantarle la mano era más que una traición: ¡era pura crueldad! Maia no había aprendido nada bueno durante su estancia en prisión; solo se había vuelto más feroz y brutal. Hoy estaba decidido a poner fin al desafío de Maia. No mostraría piedad; al fin y al cabo, ella no le había dejado otra opción.
Cuando Maia sintió el impacto de su puñetazo, ladeó ligeramente la cabeza, preparada para contraatacar. Pero justo antes de que el puño de Jarrod la alcanzara, una mano enorme apareció de la nada y lo detuvo a centímetros de su cara.
Todos abrieron los ojos con sorpresa.
—Vince, ¿qué estás haciendo? —gruñó Jarrod, con el rostro enrojecido por la rabia.
Incluso Rosanna miró a Vince, atónita, con la mente dando vueltas ante lo que veía.
La actitud de Vince seguía siendo educada en apariencia, pero sus ojos se habían vuelto fríos como el hielo. Su voz cortó la tensión, baja y tranquila, mientras decía: «Es una reunión familiar. No hay necesidad de empeorar las cosas».
Jarrod soltó una risa burlona. —Que quede claro: ella es la que está causando problemas en nuestra casa, ella es la que se mete con tu prometida y ella es la que ha dado el primer puñetazo. ¿Y ahora estás ahí de pie diciéndome que no empeore las cosas? —Entrecerró los ojos y estudió a Vince detenidamente—. Vince, no me digas que… ¿todavía sientes algo por Maia?
Rosanna apretó los puños con fuerza y sus labios temblaron incontrolablemente.
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¿Vince aún sentía algo por Maia?
Rosanna no podía entenderlo.
¿Acaso Vince no odiaba a Maia más que nadie?
Después de regresar con la familia Morgan, había escuchado suficientes comentarios entre los herederos y la alta sociedad como para saber cuál era la opinión general.
Todos decían lo mismo: Vince no soportaba a Maia. En el mejor de los casos, le sacaba de quicio.
Entonces, ¿por qué, durante una cena destinada a sellar su compromiso, Vince no dejaba de salir en defensa de Maia?
Sandra también había perdido la compostura. Podía tolerar muchas cosas, pero no que Maia se entrometiera en la relación entre Rosanna y Vince.
No era solo algo personal, se trataba de preservar el legado de los Morgan.
Respiró hondo para calmar sus nervios y, por fin, habló. —Vince, ¿de verdad estás enamorado de Maia? Tiene antecedentes penales y ni siquiera es de mi sangre. Aunque estuvieras interesado, tu familia nunca permitiría que se convirtiera en tu esposa.
Vince no se inmutó, pero una chispa de ferocidad brilló en sus ojos.
—Sandra, estás analizando demasiado. Soy consciente de que Rosanna es mi prometida. Pero no he venido esta noche para verme envuelto en el drama personal de tu familia. —Su voz era fría, casi indiferente.
Ese tono distante atravesó a Rosanna como una navaja.
Había confirmado su compromiso con una sola frase, pero había evitado negar sus sentimientos por Maia.
Rosanna se mordió el labio inferior con tanta fuerza que le dolió, y sus uñas se clavaron en las palmas de las manos hasta que sangraron. Contuvo las lágrimas con fuerza.
Sandra parecía atónita.
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