Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 508
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Capítulo 508
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«¿Por qué te importa? ¿No puedo salir a comer y hacer unas compras?», replicó Marisa, ya a medio camino de la puerta.
La puerta se cerró de golpe detrás de ella antes de que Maxwell pudiera decir otra palabra. Se quedó allí, atónito, en silencio durante unos segundos. «¿Así le hablas a tu hermano?», murmuró. «¡Somos familia, ya lo sabes!».
Entonces se le ocurrió una idea: ¿podría estar saliendo con alguien? Pero la idea era tan absurda que Maxwell se rió y negó con la cabeza. Conociendo a Marisa y su actitud brusca, ¿qué chico en su sano juicio podría soportarla?
En el restaurante, Ethan llegó antes de lo previsto, con el tictac del reloj apenas siguiendo el ritmo de sus pasos, y empezó a hojear el menú con los dedos ociosos.
En ese momento, por el rabillo del ojo, una silueta elegante se deslizó ante su vista, como una onda en agua tranquila, obligándolo a levantar la mirada. Sentada frente a él había una joven, con un maquillaje brillante y de buen gusto, y un comportamiento tan suave como la luz de la mañana. Una cálida sonrisa se dibujó en sus labios.
Ethan se quedó paralizado, como atrapado en un momento suspendido entre el tiempo y el pensamiento. Hoy, Marisa parecía completamente diferente a como solía ser en la escuela.
Su cabello, que normalmente llevaba recogido en un moño pulcro, ahora caía libremente sobre sus hombros como una cascada al atardecer. La familiar chaqueta vaquera había desaparecido, sustituida por un vestido beige vaporoso que le daba un aire de encanto natural y dulzura.
Ethan casi se preguntó si era realmente ella. La miró fijamente durante unos largos instantes, con el rostro enrojecido por un repentino calor.
—Oye, ¿por qué me miras así? ¿Tengo algo en la cara? —preguntó Marisa, inclinando ligeramente la cabeza, con un tono juguetón en la voz.
Ethan parpadeó y volvió al presente. Sí, era Marisa, sin lugar a dudas.
—N-No, no es nada… —balbuceó, tropezando con sus palabras y evitando su mirada.
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Marisa arqueó una ceja, intuyendo que algo no iba bien. Se había esforzado mucho en arreglarse ese día, con la esperanza de recibir al menos un pequeño cumplido. ¿Pero de Ethan? Ni una palabra. Sinceramente, era tan torpe como la niebla en una mañana de invierno.
Mientras comían, Ethan permaneció casi en silencio, dejando que Marisa llevara la conversación como si fuera un monólogo.
—¿Sabes qué? ¡La cara de Melanie aquel día no tenía precio! Casi me parto de risa.
Ethan, perdido en sus pensamientos, interrumpió de repente su historia con un tono más suave. —En realidad, hay algo sobre lo que quería pedirte consejo hoy. Quiero hacerle un regalo a alguien muy importante para mí… pero no se me ocurre nada.
Marisa se detuvo en medio de la frase, momentáneamente sorprendida. ¿Alguien importante? Su mente se precipitó inmediatamente hacia los rumores que circulaban por Twitter: la familia Morgan estaba…
En primera plana por haber organizado una lujosa fiesta de cumpleaños para Rosanna y Maia, Marisa no pudo evitar preguntar: «¿Te refieres a un regalo de cumpleaños para tu hermana, verdad?».
Ethan abrió mucho los ojos y se puso rojo como un tomate. Asintió rápidamente. «¿Cómo lo has adivinado?».
Marisa se rió entre dientes, con un brillo cómplice en los ojos. «¿No has visto Twitter? La fiesta de cumpleaños de la familia Morgan está en todas partes». Fingió reflexionar seriamente durante unos segundos antes de decir lentamente: «Ya sabes, los regalos no se valoran por su precio, sino por el sentimiento que hay detrás. Eso es lo que tienes que averiguar primero».
Ethan se inclinó ligeramente, asimilando el peso de sus palabras. Empezaba a sentir que acudir a Marisa había sido la decisión más inteligente que había tomado en toda la semana.
—Lo entiendo, pero… —Se rascó la nuca, con frustración en la voz. Su vínculo con Maia era profundo, puro e inquebrantable. Ella era su ancla en el mundo, pero no tenía ni idea de qué regalo podría expresar todo lo que ella significaba para él.
—¿Por qué no me cuentas más cosas de tu hermana? —propuso Marisa con una amplia sonrisa, claramente intrigada por el misterio que se estaba desvelando. Siempre había sentido curiosidad por los rumores que rodeaban a Maia, y ahora tenía una oportunidad de oro.
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