Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 493
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Capítulo 493
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Una expresión de disgusto se dibujó en el rostro de Ethan mientras observaba a Chris con mirada calculadora.
Mientras tanto, el séquito de Melanie permanecía paralizado en un silencio atónito, y la atmósfera se volvía más densa con cada segundo que pasaba. Conscientes de que su presencia solo serviría para aumentar la incomodidad, finalmente se retiraron, inclinándose respetuosamente ante Maia y Ethan antes de deslizarse fuera.
Al presenciar este éxodo, los seguidores de Marisa intercambiaron miradas inseguras antes de volverse hacia ella. —Marisa, ¿deberíamos…?
Marisa lanzó una mirada significativa a Maxwell, que estaba a su lado, y respondió con autoridad casual: —Todos deberían irse también. Mi hermano ha venido a llevarme a casa.
La comprensión se dibujó en sus rostros: ¡el hombre que había estado animando con entusiasmo a Marisa era, efectivamente, su hermano! Una vez que la multitud se dispersó, Marisa se encontró de repente apartada por Maxwell.
«Dime la verdad», le exigió, con el ceño fruncido por la sospecha. «¿Qué ha pasado allí exactamente? ¿Por qué Melanie muestra de repente tanto respeto por Ethan y Maia? ¿Es posible que haya algo entre Maia y Hurst?».
Marisa arqueó una ceja y lo miró con frialdad. —¿De verdad te preocupa?
La ansiedad se reflejó en el rostro de Maxwell mientras se inclinaba hacia ella. —¿Cómo no va a importarme? Si Maia está realmente involucrada con Hurst… ¡esto no es nada trivial!
Una chispa traviesa brilló en los ojos entrecerrados de Marisa. —¿Ah, sí? —murmuró, asintiendo lentamente mientras su mirada recorría a Maxwell con una nueva comprensión, como si las piezas de un rompecabezas finalmente encajaran en su lugar.
Bajo su penetrante mirada, Maxwell se movió incómodo, sintiendo una extraña inquietud que se le metía bajo la piel.
—¿Qué estás haciendo? ¿Por qué me miras así? —Maxwell frunció el ceño con inquietud.
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Sin decir palabra, Marisa agarró a Maxwell por el brazo y lo empujó hacia Maia con un gesto firme y decidido.
Mientras tanto, Claudius salió del backstage, flanqueado por ejecutivos de la empresa de videojuegos. Mientras lo escoltaban entre la multitud, su mirada se posó en una silueta familiar que lo hizo vacilar.
Se detuvo en seco, entrecerrando los ojos para ver mejor en la penumbra del recinto. No había duda: Maia estaba en el escenario, con los focos iluminando su figura. Y a su lado estaba Chris, una imagen que hizo que la expresión de Claudius se ensombreciera involuntariamente.
Con una breve orden a los ejecutivos de que continuaran sin él, Claudio se giró hacia Maia, con su asistente y su guardaespaldas siguiéndole los pasos.
—¡Qué sorpresa encontrarla aquí, señorita Watson!
Al oírlo, Maia se giró y vio a Claudius detrás de ella, con una mano metida casualmente en los pantalones a medida y los labios curvados en una sonrisa calculada.
Cerca de allí, Ethan abrió los ojos con sorpresa. ¿Su hermana conocía al director ejecutivo que acababa de entregarle el premio?
—Sr. Cooper, encantada de conocerlo —respondió Maia, manteniendo un tono perfectamente profesional.
Claudius dirigió su penetrante mirada a Ethan. —¿Y tú y Ethan son…?
—Es mi hermano menor —respondió Maia con sinceridad.
Claudius arqueó una ceja con elegancia y una expresión de auténtica sorpresa se dibujó en su rostro. El parecido familiar en cuanto al talento lo había pillado desprevenido.
«Ya veo», murmuró, recuperando la sonrisa con renovado interés.
Solo entonces Claudio fingió darse cuenta de que Chris estaba detrás de Maia, en actitud protectora. Con sorpresa teatral, exclamó: —¡Chris, no puedo creer que tú también estés aquí!
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