Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 481
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Capítulo 481
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Marisa miró atentamente los rasgos ligeramente refinados de Ethan, y sus pensamientos se desviaron por un breve instante. Entonces, de repente, preguntó: «¿De verdad te importa tanto ganar el campeonato?».
Ethan asintió con firmeza.
Marisa arqueó una ceja y continuó: «¿Es por el premio de un millón de dólares? ¿O quieres que Ark Technology te fiche y convertirte en profesional de los deportes electrónicos?».
Ethan permaneció en silencio. Apretó los labios y mantuvo la mirada fija en el teclado que tenía delante.
Marisa lo observó en silencio durante unos segundos y luego esbozó una leve sonrisa. —Sea cual sea tu motivo, no te lo pondré fácil. Espero que tú tampoco lo hagas conmigo. ¡La belleza de los deportes electrónicos reside en su imparcialidad! —Su mirada se volvió intensa mientras lo miraba directamente a los ojos—. Si de verdad quieres ese título, ¡ganame y demuestra al mundo que eres digno de ser el campeón!
Los ojos de Ethan se iluminaron con una feroz determinación. Miró directamente a Marisa y asintió con firmeza. «Puede que me hayas ayudado antes, pero no voy a contenerme. Voy a ganarte. Te lo prometo, ¡lo daré todo!».
Marisa sonrió y le dio una palmada rápida en el hombro. «¡Así se habla! Sé valiente, lucha como un hombre».
Con esas palabras, se dio la vuelta y regresó a su puesto, masticando el pirulí que tenía en la boca. Sus dedos se posaron sobre el teclado y, en un instante, su mirada juguetona desapareció: ahora estaba totalmente concentrada.
En cuanto ambos jugadores estuvieron listos, la voz del presentador resonó alta y clara. «Damas y caballeros, ¡la ronda final ha comenzado oficialmente!».
La cuenta atrás en la enorme pantalla llegó a cero y, como un reloj, Ethan y Marisa se pusieron en movimiento.
Sus siluetas cruzaron el campo de batalla a toda velocidad, enzarzadas en un juego trepidante de ingenio e instinto, cada movimiento más preciso que el anterior, como espadas que chocan en un duelo silencioso.
Para sorpresa de Marisa, Ethan le seguía el ritmo, sin ceder terreno ni vacilar. Encontrarse con un adversario tan formidable le provocó una descarga de adrenalina.
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«¡Vamos, Ethan! Demuéstrales que se equivocan. ¡Demuéstrales de qué estás hecho!», animó Marisa en silencio, disfrutando de la emoción eléctrica del enfrentamiento.
El enfrentamiento fue feroz, un tira y afloja sin cuerda, sin un vencedor claro, solo el impulso oscilando como un péndulo. Sin embargo, la emoción del público alcanzó su punto álgido, estallando en vítores y aplausos atronadores que sacudieron la sala como una tormenta desatada.
Maxwell, atrapado en el frenesí, saltó sobre su silla en un arrebato de entusiasmo, olvidando por completo que Ethan era, después de todo, el cuñado de Chris.
Mientras tanto, los comentaristas prácticamente se tropezaban con sus propias palabras, tratando de seguir el ritmo del torbellino de brillantez táctica que se desarrollaba ante ellos.
En el chat en directo, la energía no era menos explosiva.
«Dios mío, ¿qué tipo de enfrentamiento celestial es este? Estoy alucinando, ¡este partido es increíble!».
«Esto es una locura. ¡El nivel de habilidad hace que todos los partidos anteriores parezcan un juego de niños!».
«Ethan es increíble, ¡me he enamorado perdidamente de él!».
«¡Marisa es más que genial! ¡Los quiero a los dos con locura!».
«Damas y caballeros, los apoyo. Son rivales con química, como el fuego y el hielo aprendiendo a bailar».
«¡No eres el único! ¡Yo también me he enamorado perdidamente de ellos! ¡Qué pareja tan perfecta!».
De vuelta entre el público, Maxwell se quedó paralizado, incrédulo. Este no era el guion que había escrito en su cabeza, en el que su hermana pasaría por delante de Ethan con facilidad. ¿Podría realmente… perder?
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