Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 468
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Capítulo 468
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Estaba seguro de que JusticeBlaze se llevaría el trofeo a menos que regresara el misterioso jugador que ocupaba el primer puesto, lo cual, según los comentarios en Internet, era poco probable. Su puntuación no había cambiado en meses. La mayoría asumía que habían abandonado.
Entonces llegó la respuesta. «Buena suerte. Estaré allí para verlo. Si quedas en primer lugar, te daré un regalo».
Ethan parpadeó al leer el mensaje. «¿En serio? Es demasiado amable». Apareció otro mensaje. «Considéralo un agradecimiento por tu consejo. Me ayudó a reconciliarme con mi esposa».
Ethan se detuvo, sorprendido. Entonces lo entendió. Recordó cuando JusticeBlaze había publicado una súplica desesperada en Internet, preguntando cómo pedir perdón a su esposa enfadada.
Ethan había respondido por capricho, ofreciéndole un consejo sincero, principalmente porque JusticeBlaze había ayudado a Maia en una ocasión. No esperaba que sus palabras funcionaran.
Sonriendo, Ethan se quedó mirando la pantalla, sintiendo una oleada de satisfacción.
El torneo del día siguiente acababa de cobrar aún más sentido.
A la tarde siguiente, el Museo de Tecnología Wront estaba repleto de gente. Los influencers se empujaban para conseguir un buen sitio, con trípodes y gimbals en mano, listos para retransmitir el evento en directo. Los periodistas de los medios especializados en videojuegos llegaban en grupos, mientras que los desarrolladores de las empresas rivales se quedaban al margen, observando la competición.
La final nacional de Genius, organizada por Ark Technology, una filial del Grupo Cooper, se había convertido en un espectáculo digno de toda la atención del sector.
Maia se movía entre la multitud como un fantasma, envuelta en una gabardina beige. Una gorra de béisbol le ocultaba el pelo y una mascarilla le tapaba la mayor parte del rostro. Gracias a su creciente presencia en Internet y a sus conexiones con el juego, se había convertido en una especie de celebridad discreta. No tenía intención de llamar la atención innecesariamente en ese momento.
Ethan ya se había dirigido al mostrador de inscripción.
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Maia vio un asiento cerca del frente y se acomodó, con la intención de animarlo cuando llegara el momento.
Pero justo cuando se ajustaba la gabardina, una voz baja e inconfundible le rozó la oreja. —¿Te esfuerzas tanto por que no te reconozcan?
Maia se quedó rígida. Su corazón dio un vuelco. Giró la cabeza bruscamente. Y allí estaba él: Chris. Sus ojos brillaban con diversión, su sonrisa despreocupada. De alguna manera, incluso con su disfraz, la había reconocido entre la multitud.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Maia en voz baja, con la voz tensa por la sorpresa.
—Por supuesto que he venido a ver el torneo —dijo Chris con una sonrisa perezosa, como si asistir fuera tan obvio como respirar—. Si hubiera sabido que tú también ibas a venir, habría pedido que me trajeras en coche.
Maia fijó la mirada en su hombro y frunció el ceño. —Estás herido, ¿no deberías estar descansando en casa en lugar de andar por ahí?
Chris soltó una risita baja, con un toque de picardía. —¿Estás preocupada por mí? No pierdas el sueño por eso, sé dónde está el límite.
Maia se quedó en silencio, momentáneamente sin palabras, y desvió la mirada hacia la arena, escudriñando la multitud en busca de Ethan.
En ese momento, la animada voz del presentador resonó, dando inicio al torneo con un solemne discurso de apertura.
Cuando los participantes comenzaron a entrar, las gradas estallaron en una tormenta de vítores y aplausos. Desde todas las regiones, los equipos rugieron al unísono, levantando a sus diez mejores como campeones antes de la batalla.
Como ciudad anfitriona, Wront tuvo el honor de presentar a sus concursantes en último lugar, guardándose sus ases en la manga.
Con la emoción a flor de piel, el presentador presentó a las jugadoras locales, Melanie y Marisa, que se encontraban una al lado de la otra en el equipo, con una mirada tan penetrante que parecía capaz de atravesar el acero.
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