Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 441
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Capítulo 441
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Mariana se detuvo y dejó el pincel con delicadeza. Se volvió hacia él con una sutil sonrisa en los labios.
Si Kolton observaba detenidamente su obra, habría notado el nombre de Maia esparcido por todo el cuadro. El mundo representado estaba lleno de innumerables versiones de Maia, pero Mariana creía que ese mundo no necesitaba a Maia en absoluto.
Kolton se acercó y le preguntó con delicadeza: «¿Te sientes más tranquila ahora?».
«Sí, papá, me he calmado», respondió Mariana, acercándose para tomar su mano.
Había desaparecido la energía frenética de antes; ahora parecía serena, una joven elegante de una familia respetada.
«Lamento el daño que mi breve competitividad causó al Grupo Cooper», dijo Mariana, con los ojos empezando a brillar. «Pido perdón por mi comportamiento imprudente de aquella noche. Papá, lo siento de verdad».
Kolton sintió que su ira se disipaba al ver que Mariana asumía la responsabilidad de sus actos. Aun así, respondió con firmeza: «Considera esto una dura lección y recuérdatela. Para tener éxito, debes conocerte a ti misma y a tu oponente». Esperaba que este momento sirviera como una oportunidad para enseñar a su hija a aprender y crecer.
«Papá, lo entiendo», dijo Mariana asintiendo con la cabeza, aunque una parte de ella dudaba. Preguntó: «Pero papá, ¿de verdad vamos a pasar por alto lo que hizo Maia?».
Después de todo, Aurora Apparel Company era una parte importante del negocio de la familia Cooper. No era el activo más importante, pero era demasiado significativo como para descartarlo. Kolton entrecerró los ojos al oír eso.
No tenía intención de dejarlo pasar sin luchar. ¿Quién se creía que era Maia? A pesar de su talento y su fama, para las familias de la élite no era más que un insecto que podía ser aplastado en cualquier momento. Sin embargo, Maia se había convertido de repente en el centro de atención. En particular, su primo Hurst, que parecía estar acercándose demasiado a ella, con rumores circulando sobre una aventura entre ellos.
Aunque aparentaban ser amigos, Kolton y Hurst nunca habían congeniado. Para lidiar con Maia, Kolton sabía que debía ser indirecto y no dejar rastro.
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—No tienes por qué estresarte por esto —dijo Kolton, echando un vistazo una vez más al cuadro de Mariana—. Céntrate en tu arte y prepárate para la próxima exposición internacional. Dedícate a lo que mejor sabes hacer y lucha por el éxito que te mereces.
Mariana apretó los labios y asintió con la cabeza.
Su verdadero don era la pintura, seguido muy de cerca por el diseño de moda. No sería el fin del mundo si perdía frente a Maia.
Lo que Mariana no podía aceptar era que Maia tuviera la audacia de coquetear con Chris.
Al cruzarle este pensamiento por la mente, se mordió el labio con frustración.
«Si brillas en la exposición, ¡la familia Cooper también se sentirá orgullosa!», dijo Kolton, dándole una palmada tranquilizadora en el hombro. «Mariana, creo en ti, ¿entendido?».
Aunque Mariana había estudiado diseño en la universidad, su talento para la pintura era evidente desde que era niña. A lo largo de los años, había recibido más elogios por su pintura que por su trabajo de diseño.
Mariana sabía que Kolton tenía razón; tenía que centrarse en sus puntos fuertes para alcanzar el éxito que se merecía. Ese sería su verdadero triunfo.
Mientras pensaba en ello, su rostro se suavizó. Asintió con determinación y dijo: «Lo daré todo y no te defraudaré, papá».
«Bien, muy bien», dijo Kolton con una carcajada sincera. «Entonces no te interrumpiré más mientras pintas».
Una vez que Kolton se hubo marchado, Mariana volvió su atención al cuadro inacabado. Cogió el pincel, lo mojó en la pintura y comenzó a aplicarla generosamente.
El caos anterior se desvaneció en el fondo mientras una nueva escena comenzaba a surgir.
Ante ella se extendía un océano tormentoso, con un frágil bote sacudido violentamente por las olas furiosas. A lo lejos, comenzó a formarse un enorme remolino, cuyas aguas agitadas se elevaban sobre la escena. El cielo estaba oscuro, lleno de nubes amenazantes, que anunciaban la llegada de una tormenta.
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