Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 410
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Capítulo 410
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Al ver su silencio, Maia se inclinó más hacia él y le susurró al oído: «¿Te preocupa que esas mujeres coquetas se mantengan alejadas cuando se enteren de que estás comprometido, señor Playboy? No te preocupes, nuestro matrimonio es solo de nombre. Incluso después de casarnos, seguirás siendo libre».
Los ojos de Chris se oscurecieron aún más, y una sombra de disgusto se dibujó en su rostro.
Cuando la mano de Chris se acercó a la cintura de Maia, una voz repentina interrumpió el momento. «Chris, señorita Watson, ¿se conocen?».
Chris se volvió y vio a Claudius detrás de él, con dos copas de champán en la mano y una expresión de desconcierto.
Al mismo tiempo, Maia y Chris espetaron: «¡No, no nos conocemos!».
En cuanto pronunciaron las palabras, ambos sintieron una punzada de irritación hacia el otro por la negativa instantánea.
La frustración de Chris era evidente mientras se apretaba con fuerza el puente de la nariz. «Claudius, ¿qué haces aquí? ¿No ves que estoy hablando con la señorita Watson?».
Claudius comprendió la situación al instante.
Era evidente que Chris se había encaprichado de Maia.
Incluso en la fiesta del Grupo Cooper, Chris no podía dejar de coquetear.
Claudius resopló con frialdad y chocó deliberadamente con Chris al pasar junto a él.
Al acercarse a Maia, Claudius le ofreció una copa de champán y le susurró con sinceridad: «Créeme, Chris es solo un seductor superficial sin profundidad. Su encanto es superficial y ha estado con más mujeres de las que puede recordar».
«Te agradezco el aviso», respondió Maia, retrocediendo ligeramente para mantener la conversación formal, con actitud imperturbable.
Claudius levantó su copa hacia Maia. «Señorita Watson, ¿me haría el honor de tomar una copa conmigo?».
Maia respondió con calma: «Será un placer».
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En ese momento, Rosanna, que había estado buscando a Claudius, lo vio con Maia. ¿Por qué estaba con Maia?
Una oleada de incomodidad invadió a Rosanna.
Aferrándose con fuerza a su copa de champán, Rosanna se dirigió hacia Claudio, cada clic de sus tacones en el suelo resonando con su determinación.
Claudius le pertenecía y no estaba dispuesta a dejar que Maia se lo quitara.
Mientras Maia y Claudio levantaban sus copas, Maia sintió un tirón repentino en la muñeca. Antes de que pudiera comprender lo que estaba pasando, Chris la había empujado hacia él.
Colocándose protectivamente delante de Maia, Chris mantuvo una apariencia de calma. Sin embargo, sus ojos delataban una severidad glacial.
Rosanna llegó justo a tiempo para oír la burla gélida de Chris. —¿Qué crees que estás haciendo, Claudio? ¿Vas a quitarme a mi mujer…?
—¿Tu mujer? —Claudius lanzó una mirada afilada a Maia, que estaba ligeramente detrás de Chris, y soltó una risa despectiva—. ¿Desde cuándo la señorita Watson es tu mujer?
Chris giró con suavidad sobre sus talones y, sin dudarlo, se volvió para agarrar la mano de Maia con un apretón firme, casi posesivo. Su expresión se suavizó en una sonrisa perezosa y coqueta mientras respondía: —La mujer en la que puse mis ojos primero está destinada a ser mía, sin excepciones.
Mientras hablaba, la mirada de Chris se clavó en la de Maia, intensa e inquebrantable, como si cada palabra que pronunciaba fuera una promesa solo para ella. El aire entre ellos parecía crepitar con promesas tácitas. Maia sintió que su corazón daba un vuelco involuntario, sumida en un confuso torbellino de emociones que no podía desentrañar.
Al otro lado de la sala, Rosanna se quedó paralizada por un momento, sintiendo cómo la envidia le quemaba el pecho mientras observaba a los dos hombres impresionantes luchar en silencio por Maia.
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