Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 409
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Capítulo 409
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Así que eso era lo que había pasado.
Maia asintió con la cabeza, asimilando la historia detrás del pastel, aunque una pregunta seguía rondando su mente.
Los recuerdos entrañables de Chris insinuaban un vínculo afectuoso entre su abuelo y su madre, lo que sugería que su abuelo tenía una opinión favorable de ella. Esto hizo que Maia se preguntara por qué la madre de Chris no se había convertido en parte de la familia Cooper. ¿Por qué se consideraba a Chris un hijo ilegítimo?
Sabía que no era su lugar indagar en detalles tan personales. No eran realmente una pareja; no había necesidad de indagar tan profundamente en las historias personales.
Antes de poder detenerse, Maia dijo: «¿A ti también te encanta esta tarta de fresas?».
Chris respondió con una sonrisa amable: «Es mi favorita desde que era niño».
Con un suave suspiro, añadió: «Por desgracia, no he disfrutado mucho de estos banquetes, así que hace bastante tiempo que no pruebo este pastel».
Maia lo pensó por un momento, con expresión pensativa. Sus extensas aventuras culinarias le habían dotado de una habilidad poco común: diseccionar y replicar cualquier plato que probaba. Se sentía segura de poder recrear la tarta de fresa.
Mientras miraba a Chris, se le ocurrió una idea. Inclinándose hacia delante, con una expresión de intrigada diversión, susurró: «Señor Cooper, ¿fue usted quien se encargó de los alborotadores durante el apagón de antes?».
Maia había perfeccionado su visión nocturna gracias al riguroso entrenamiento de Zoey. Por eso, cuando se fue la luz, se adaptó a la oscuridad con la misma facilidad que los agentes secretos de Kolton.
Observó claramente lo que esas personas intentaban hacer y cómo acabaron en el suelo, incapaces de levantarse.
Kolton había planeado en secreto una operación para cambiar sus planos de diseño. Maia estaba lista para intervenir, pero, inesperadamente, apareció Chris, que incapacitó rápidamente a los agentes con tal eficacia que no pudieron defenderse.
Sus movimientos eran nítidos y precisos, y le recordaban una antigua técnica de combate de la que solo había oído hablar en leyendas.
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¿Cómo es que Chris conocía esa técnica?
Maia se dio cuenta de que Chris tenía facetas que aún no había explorado.
Con una sonrisa despreocupada y un ligero entrecerrar de ojos que aumentaba su encanto, Chris se inclinó hacia ella y la miró a los ojos. —¿Cómo podría quedarme de brazos cruzados si mi esposa está en peligro?
Maia respondió en voz baja, preocupada de que otros pudieran oírlos. Se mantuvo cerca de Chris mientras él se inclinaba hacia ella, con el rostro casi tocando el de ella, tan cerca que casi le rozaba la nariz.
El sutil aroma a cedro que emanaba de él hizo que las mejillas de Maia se sonrojaran.
Rápidamente dio un paso atrás y susurró: «Ten cuidado de que nadie nos oiga».
Chris volvió a acercarse, con un tono inquisitivo en la voz. —¿De verdad te preocupa tanto que la gente descubra que soy tu marido?
Chris había mantenido en secreto su matrimonio con una mujer tan formidable para evitar complicaciones. Sin embargo, las palabras de Maia lo irritaron inesperadamente.
Maia se detuvo, sopesando sus palabras. No era el miedo lo que motivaba su cautela, simplemente quería evitar complicaciones innecesarias. Para derrocar a Kolton y ayudar a Chris a ascender como jefe del Grupo Cooper, sabía que sus estrategias debían ser discretas y calculadas. Cuanta menos gente supiera de su matrimonio antes de alcanzar su objetivo, mejor, especialmente aquellos dentro del Grupo Cooper.
Con esto en mente, Maia levantó la vista para mirar directamente a los ojos de Chris. —Señor Cooper, ¿no ha elegido usted también mantener nuestro matrimonio en secreto?
Había observado que ninguno de los empleados del Grupo Cooper, ni nadie más presente, parecía estar al tanto de su estado civil.
La expresión de Chris se tensó y entrecerró los ojos oscuros.
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