Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 385
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Capítulo 385:
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Maia se comportaba con una sofisticación natural, moviéndose con soltura por los entresijos de la alta sociedad como si hubiera nacido para ello. Ya fuera debatiendo sobre vinos selectos u ofreciendo…
Sus agudas percepciones sobre asuntos financieros impresionaban sin parecer que lo intentara. Su seguridad en sí misma era poco común en alguien tan joven.
La curiosidad por los orígenes de Maia creció entre los asistentes, aunque bajo la atenta mirada de Hurst, pocos se atrevieron a mostrarlo.
Era evidente que Hurst tenía a Maia en la misma alta estima que los demás reservaban a Claudio. Sin embargo, ya fuera de forma intencionada o inconsciente, los ojos de Maia no dejaban de buscar a Chris al otro lado de la sala.
Chris estaba arrodillado junto a Laurence, masajeándole suavemente las piernas. Bajo la cálida luz, su cabello brillaba suavemente, suavizando los ángulos marcados de su perfil.
Chris lucía una sonrisa tranquila y distante, con una postura serena, como si las animadas festividades a su alrededor estuvieran sucediendo en otro mundo. Por razones que Maia no podía explicar, su corazón se ablandó inesperadamente. Sabía que no debía acercarse a él en ese momento. Dadas las circunstancias de la noche, era más inteligente mantener la distancia.
Todo lo demás podía esperar hasta que volvieran a casa.
Mientras tanto, el ambiente en el salón se animaba cada vez más.
Agotada por la conversación constante, Maia se excusó ante Hurst y se dirigió hacia la orquesta. Encontró un asiento acolchado cerca, se dejó caer en él, cerró los ojos y dejó que la suave música alivie su cansancio.
Sin embargo, la breve tranquilidad no duró mucho. De repente, se oyó una voz femenina y clara. —Rosanna, he oído que tocas muy bien el piano. ¿Por qué no nos deleitas esta noche?
Maia frunció ligeramente el ceño. Abrió los ojos y miró hacia el alboroto. No muy lejos, Mariana y Rosanna estaban rodeadas por un grupo de personas de la alta sociedad, todas mirando hacia el piano de cola.
¿Rosanna tocaba el piano? Eso era inesperado.
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Aun así, Maia no tenía intención de involucrarse. Se recostó de nuevo, decidida a descansar.
En ese momento, Mariana lanzó una mirada afilada a Maia, que estaba recostada con los ojos cerrados.
«¿Cómo se atreve a coquetear descaradamente con Chris delante de mí?», pensó Mariana enfurecida.
A su alrededor, se desató una animada charla entre los miembros de la alta sociedad.
«¡Recuerdo que Rosanna fue aclamada en Internet como un verdadero prodigio! Cantaba, tocaba instrumentos… era fenomenal. Sí, solía ser muy popular, con un montón de fans. Es una pena…».
La persona que hablaba dejó la frase en el aire de forma sugerente. Los demás intercambiaron sonrisas burlonas, con expresiones claramente sarcásticas.
Las humillaciones que Rosanna había sufrido a manos de Maia, y en el banquete de Rosanna con Vince, cuando él la abandonó para ir tras Maia, eran un jugoso cotilleo entre la élite.
Para aquellas damas, Rosanna no era más que un entretenimiento.
Sin embargo, debido a su nuevo vínculo con Mariana, se abstuvieron de ridiculizarla abiertamente, optando por ocultar sus burlas en sonrisas astutas y risas murmuradas.
Rosanna, perspicaz y aguda, captó cada destello de burla.
Apretó los labios y bajó la mirada hacia su mano vendada, murmurando con voz temblorosa: «Mariana, la herida que me hice en la galería aún no se ha curado… Me preocupa que pueda afectar a mi forma de tocar».
La expresión de Mariana se endureció. «Te estoy ofreciendo una oportunidad. ¿La vas a rechazar?».
Rosanna se puso rígida.
Mariana decía la verdad. Esa noche era una oportunidad única. Si Rosanna quería mostrar sus habilidades ante los aristócratas de la ciudad —y tal vez llamar la atención de Claudio—, tenía que actuar.
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