Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 375
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Capítulo 375:
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¿Maia? ¡Era ella!
¿Cómo era posible que estuviera aquí? ¿Qué derecho tenía a poner un pie en este lugar?
Mariana se fijó en la cara de Rosanna, que se había quedado paralizada, y siguió su mirada, divisando a Maia de pie, impasible, delante de Jarrod.
—¿Quién es ella? —preguntó Mariana, frunciendo el ceño.
Su mirada se posó en la figura que tenía delante: una mujer con un vestido azul oscuro, cuyo corte impecable acentuaba su elegante figura. Bajo la deslumbrante luz de las lámparas de cristal, Maia parecía casi brillar, llamando la atención sin mover un dedo.
Chris también vio a Maia. Levantó ligeramente las cejas y una chispa de sorpresa cruzó sus ojos, normalmente impenetrables.
Rosanna apretó los puños con fuerza, sintiendo una amargura que le ardía en el pecho. Pero su voz, cuando habló, era tan dulce como el sirope que esconde una gota de veneno. —Es mi hermana, Maia —dijo.
Mariana parpadeó, claramente sorprendida. «¿Es Maia? ¿Cómo ha entrado aquí?».
Sin perder el ritmo, Rosanna se apresuró a responder: «No tengo ni idea de cómo se coló. Y su invitación ni siquiera se parece a las que tienen los demás».
Mariana frunció el ceño, con la sospecha cada vez más profunda. —Esa es la invitación VIP de la familia Cooper. Solo se les da a unos pocos invitados distinguidos. Son más raras que los dientes de una gallina.
Sus ojos se agudizaron al volverse hacia Maia. —Dados los antecedentes de Maia, es imposible que tenga una.
Aprovechando la oportunidad, Rosanna soltó una risita burlona. —Quizá la robó. No sería la primera vez. Al fin y al cabo, Maia… pasó cuatro años en la cárcel por robo y acaba de salir.
Rosanna bajó la voz hasta convertirla en un murmullo, pero lo suficientemente alto como para que la gente cercana pudiera oír cada palabra, como si fingiera contenerse, mientras se aseguraba de que sus susurros llegaran a los oídos de todos los que la rodeaban.
El efecto fue instantáneo. El disgusto se extendió entre la multitud como una piedra lanzada al agua en calma.
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El grupo de personas de la alta sociedad, que había estado observando en silencio, estalló en susurros bajos y ansiosos.
«¿Acaba de salir de prisión después de cuatro años y ya está causando problemas?».
«A mí me parece una reincidente. Ahora lo entiendo. ¡Seguro que ha robado la invitación de alguien importante para colarse!».
«¿Cómo puede ser una criminal la mejor diseñadora de MCN? ¡No me lo puedo creer!».
«Probablemente solo se hace pasar por Eileen para intentar quedarse con todo lo que pueda. ¡Qué patética!».
«Quizá sea parte de su plan. Más bien parece que intenta ligarse a un ricachón. ¡He visto a muchas como ella!».
Los murmullos se convirtieron en un zumbido ensordecedor, y el aire crepitaba con juicios. Los invitados comenzaron a agruparse, atraídos como polillas por la luz, señalando a Maia y susurrando con las manos ahuecadas.
Rosanna, que observaba a Maia atrapada en el fuego cruzado, no pudo ocultar la maliciosa sonrisa que se dibujaba en sus labios, como un gato saboreando un ratón acorralado.
Chris, que estaba de pie en silencio cerca de allí, permaneció impasible al principio. Pero un destello de frío desagrado brilló en sus ojos cuando se volvió hacia Rosanna y, sin previo aviso, abrió la boca para hablar.
—¿Estás acusando a esa joven de robar la invitación? ¿Tienes alguna prueba? —preguntó Chris, con voz cortante y fría.
Rosanna se estremeció y clavó la mirada en él. Esa mirada gélida le provocó un nudo en el estómago, una inexplicable sensación de culpa que la carcomía por dentro.
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