Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 356
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Capítulo 356:
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Maia dejó el tenedor y esbozó una pequeña sonrisa divertida. «No está mal. Puede que seas una especie de genio de la cocina», dijo.
Chris se iluminó como un niño en Navidad. Levantó una ceja y bromeó: «Hacer feliz a mi esposa es mi razón de ser».
Maia no malgastó saliva respondiendo a su coqueteo cursi. Se puso de pie, lista para volver a su habitación. Pero cuando estaba a mitad de camino, se le ocurrió una idea. Se detuvo, se dio la vuelta y preguntó: «¿Has ido al hospital a hacerte un chequeo últimamente?».
Chris se quedó paralizado por un instante. Luego se recostó casualmente contra la mesa, inclinando la cabeza hacia un lado, con una sonrisa perezosa en los labios.
«¿Estás preocupada por mí?», preguntó.
Maia respondió sin perder el ritmo: «No».
Ni siquiera se detuvo. Un solo momento de duda habría delatado sus verdaderos sentimientos.
Lo único que le importaba era asegurarse de que no le pasara nada malo a Chris. De lo contrario, no podría cumplir las órdenes de Zoey. Eso era todo.
Chris se agarró el pecho como si le hubieran apuñalado.
—Pensaba que al menos te pararías a pensar un segundo. No esperaba que me rechazases tan rápido —dijo con un puchero fingido. Soltó un suspiro teatral y sonoro—. Bueno, órdenes son órdenes. Supongo que así es la vida de un tipo que ahora es oficialmente un mantenido.
Se rió entre dientes, lleno de picardía.
Pero el humor de Maia cambió en un instante. Sus ojos se volvieron fríos y afilados como cuchillos mientras lo miraba fijamente.
«¿De verdad es tan divertido vivir a costa de una mujer? Parece que tienes mucha práctica. ¿O es que has tenido muchos jefes antes?».
Chris miró a los ojos fríos y penetrantes de Maia y levantó una ceja con indolencia.
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—Solo he tenido una jefa. ¿Y sabes qué? No soy su amante secreto, sino su marido legal.
Maia se quedó sin palabras. Se dio cuenta de que Chris, sin duda, estaba hablando de ella. Coquetear parecía algo natural para Chris; ¡siempre sabía cómo seducir a las mujeres sin esfuerzo!
Al recordar los mensajes de su teléfono y la mujer con la que había coqueteado en el salón de baile, sintió que la invadía una oleada de ira. Lanzándole una mirada fulminante a Chris, espetó: «¡Si sigues coqueteando con las mujeres así, tu dolor de cabeza solo empeorará!».
Chris soltó una risa despreocupada y bromeó: «No te preocupes. Tú eres la única mujer con la que coqueteo, porque soy todo tuyo. Y estoy seguro de que tú sabrás cómo curarme el dolor de cabeza».
La irritación de Maia se disparó. Su descaro no tenía límites, dejándola completamente sin palabras.
Pero le había dado su palabra a Zoey, su mentora y la persona a la que más respetaba. Había prometido ayudar a Chris a llegar a lo más alto de la familia Cooper. Hasta que esa misión no se cumpliera, no podía descuidar la salud de Chris, por mucho que pusiera a prueba su paciencia.
Una vez que su responsabilidad hubiera terminado, el destino de Chris ya no le importaría. Si prosperaba o fracasaba, sería problema suyo.
Aferrándose a ese pensamiento, Maia se obligó a sonreír y se enfrentó a Chris con calma. —Ya que ahora vives bajo mi techo, supongo que eso significa que yo tengo la última palabra, ¿no?
Chris asintió con la cabeza. «Sí, claro».
«Bien. Entonces irás al hospital a hacerte un chequeo completo, sin excusas», ordenó Maia.
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