Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 340
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Capítulo 340:
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Una leve sonrisa se dibujó en los labios de Maia. «Para descubrir la verdad, por supuesto», respondió con voz suave, pero con un tono cortante. «¿O es que, señorita Harvey, está protegiendo a estos estudiantes y tiene miedo de lo que pueda descubrir?».
Por un momento, el rostro de Loraine se ensombreció y una fea mueca se dibujó en sus rasgos. Frunció el ceño y luchó contra su irritación. En su interior, un pensamiento cínico se enroscó en su mente. No había nada en ese portátil. Incluso si dejaba que esa mujer lo utilizara, ¿qué podría encontrar? Con tantos estudiantes respaldando la misma historia, el asunto ya estaba zanjado. ¡Nada podría cambiarlo!
Con mano firme, Loraine empujó el portátil hacia delante, con voz llena de condescendencia. —Puede usarlo, señora Watson. Sin embargo, no haga perder el tiempo a los demás. Si insiste en defender a su hermano sin pruebas, no tendré más remedio que informar al director. Y entonces, la permanencia de Ethan en esta clase será… incierta.
Apenas había terminado de hablar cuando los estudiantes que la rodeaban estallaron en quejas.
«¡Exacto, Sra. Harvey! ¡Todavía tenemos clase! ¿Quién nos va a compensar por este tiempo perdido?».
«¿Qué le pasa? Solo está alargando esto para ganar tiempo para su hermano».
—Vamos, es obvio que Ethan es culpable. ¿Por qué estamos discutiendo esto? Solo está intentando hacernos perder el tiempo. ¿No son suficientes nuestras declaraciones como prueba?
El coro de quejas se intensificó, zumbando como mosquitos, pero Maia permaneció impasible. Su concentración seguía intacta y sus dedos volaban sobre el teclado con la precisión de una bailarina.
Con unos rápidos movimientos, pulsó la tecla Intro con un golpe final y decisivo. Luego dijo con voz tranquila: «Muy bien. Echemos un vistazo a esto».
Una oleada de irritación recorrió a los estudiantes.
«¿Y ahora qué?».
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«Es tan irritante».
Sin embargo, al instante siguiente, sus rostros se quedaron sin color.
Un vídeo cobró vida en la pantalla del portátil, nítido e inequívoco. Capturaba los acontecimientos de la mañana, el momento exacto en que la profesora, Loraine, había salido del aula. El ángulo de la cámara era impecable, un a que no se perdía ni un detalle. Cada sonrisa burlona, cada abucheo, cada mirada maliciosa… capturado al segundo. Ahí estaba, innegable: Ethan, sentado en silencio en su pupitre, soportando las burlas y los empujones de sus compañeros.
Las caras de los acosadores se contorsionaban en máscaras horribles: burlonas, desdeñosas, venenosas y triunfantes.
No parecían estudiantes, parecían depredadores acechando a su presa. Mientras el vídeo mostraba a Ethan soportando el acoso en silencio, que no hacía más que intensificarse, la expresión de Maia se volvió cada vez más fría.
La oficina se sumió en un silencio inquietante, denso e inmediato.
Varios profesores, que momentos antes preparaban en silencio sus clases, abandonaron su trabajo y se reunieron a su alrededor, atraídos por la curiosidad. No se trataba de educadores corrientes, sino de distinguidos profesionales, cuidadosamente seleccionados para instruir a los alumnos de élite de la clase uno. Sin embargo, ahora, mientras veían las imágenes que se sucedían en la gran pantalla, sus rostros se ensombrecieron y la incredulidad se reflejó en sus expresiones.
«¿Se supone que estos son los mejores alumnos de la Clase Uno?», murmuró uno de ellos entre dientes.
«En cualquier otra escuela, esto tendría consecuencias legales», dijo otro con severidad.
«Acoso a plena luz del día… Estos alumnos están completamente fuera de control», añadió un tercero, sacudiendo la cabeza con disgusto.
Al otro lado de la sala, Loraine se quedó paralizada, con el rostro descolorido. Se sentía como si alguien le hubiera abofeteado, con un ardor en las mejillas. Los alumnos que se habían quedado cerca miraban boquiabiertos las imágenes, con pánico en los ojos. ¿De dónde había salido ese vídeo? ¿Cómo había conseguido Maia hacerse con él? ¡Ni siquiera había pisado la sala de vigilancia de la escuela!
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