Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 330
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 330:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
La luz del sol resaltaba sus rasgos afilados, su camisa blanca lucía impecable y sin una sola mancha. Sus movimientos, mientras giraba el volante, eran suaves y seguros, lo que le hacía parecer guapo y capaz.
Era difícil creer que se tratara del mismo chico que había estado tirado en el sofá la noche anterior.
Maia apartó la mirada y se concentró en la carretera. Frunció ligeramente el ceño y dijo: «Deberías buscar un trabajo y mantenerte ocupado. No hace falta que vengas a recogerme todos los días».
Pensó que Chris discutiría, pero, para su sorpresa, él asintió sin dudar. Su voz era suave. «De acuerdo, haré lo que dices, esposa».
Después de aparcar, salió del coche y rodeó el vehículo hasta llegar al lado de Maia, abriéndole la puerta con un gesto caballeroso.
Sin duda sabía cómo actuar.
¿Había hecho eso antes con otras mujeres ricas y glamurosas? Maia apretó los labios. Justo cuando estaba a punto de salir, Chris le agarró la mano y le deslizó algo en ella.
Sus ojos se abrieron como platos al reconocer lo que era: ¡la llave del Maserati!
«Tú…», Maia lo miró desconcertada.
Chris siguió sonriendo y le preguntó: «¿Has conducido uno antes?». Ella asintió con la cabeza.
—Entonces, considera este Maserati tuyo —declaró Chris, mirándola a los ojos—. Te simplificará bastante la vida. Solo tienes que aparcarlo en la plaza número 20 de nuestro garaje subterráneo cuando llegues a casa. Está justo al lado del ascensor, es la plaza más grande que tenemos, aparcar es muy fácil.
Al ver que Maia seguía un poco aturdida, Chris se acercó y le tocó la nariz con la punta de los dedos, riendo entre dientes. —Ya que no necesitas que te lleve, yo no necesito este coche. Ya sabes, los coches llamativos atraen demasiado la atención y eso podría hacerte sentir incómoda, ¿no? Además, lo hemos comprado con tu dinero, así que es tuyo por derecho. No te sientas obligada a usarlo. De todos modos, voy a volver a conducir para mi jefe. Fuiste muy generosa al decir que necesitaba hacer algo que valiera la pena».
El gesto repentino de Chris tomó a Maia por sorpresa.
Lo nuevo está en ɴσνєℓα𝓼4ƒαɴ.ç𝓸𝗺 con contenido nuevo
No es que careciera de habilidades o medios para tener un coche, simplemente nunca se había molestado en lidiar con la molestia de comprar uno o conducirlo ella misma. Especialmente tras los últimos acontecimientos, la idea de comprar un coche había quedado relegada a un segundo plano.
Sin embargo, Chris tenía razón: un coche le daría más comodidad.
Pero la idea de que él le hubiera entregado las llaves de un coche recién comprado superaba todas sus expectativas. ¿Por qué Chris siempre conseguía sorprenderla? ¿Por qué seguía desafiando la imagen que ella se había formado de él?
Maia sintió que su habitual aplomo se tambaleaba. Normalmente era inquebrantable, controlaba magistralmente cualquier situación, excepto cuando se trataba de él. En su presencia, su habitual calma, su confianza e incluso su agudo juicio parecían desmoronarse.
Chris… ¿Quién era él en realidad?
Entrecerró ligeramente los ojos mientras lo estudiaba, tratando de descifrar los pensamientos que se escondían detrás de esas sonrisas enigmáticas.
No podía evitar preguntarse si Chris la estaba atrayendo deliberadamente hacia su órbita impredecible… ¿Era todo un juego para él, o…?
Al darse cuenta de su intenso escrutinio, Chris ladeó la cabeza y esbozó una sonrisa perezosa. —Señorita Watson, si las miradas pudieran perforar, a estas alturas estaría lleno de agujeros.
Le vino a la mente su incómodo primer encuentro en el ayuntamiento. Sacudida por sus pensamientos, Maia apartó rápidamente la mirada, esperando ocultar su confusión interior.
Pero cuando volvió a levantar la vista, se encontró con los rasgos llamativos de Chris alarmantemente cerca.
Él se inclinó hacia ella, con los ojos almendrados brillando con un destello travieso y los labios curvados en una sonrisa burlona. —Dijiste que yo podía complacerte, ¿no? Sin embargo, aún no has experimentado lo mío. ¿Cómo sabes si puedo complacerte o no? ¿Lo probamos?
.
.
.