Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 318
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Capítulo 318:
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«Mariana, ¿cómo has estado?», preguntó Melanie en un tono casual e indiferente.
Una sonrisa astuta se dibujó en los labios de Mariana. Dio un sorbo lento antes de responder, con voz suave como la seda. —Dentro de unos días, expondré en una exposición de arte de talla mundial.
Los ojos de Melanie se agudizaron como los de un gato que ha visto a su presa. Sus labios se curvaron en una sonrisa deslumbrante. —Por supuesto que sí. Mariana Morgan, la estrella brillante del linaje Cooper. Estás a punto de conquistar el mundo.
«Esperemos que las llamas sean lo suficientemente brillantes», respondió Mariana, con su fría confianza brillando bajo su tranquila superficie.
—¿Y qué tal te va en el programa preparatorio de élite de la Universidad de Wront? He oído que tu clase está llena de estudiantes excepcionales. Al mencionar esto, el tono de Melanie se volvió arrogante. Soltó una risa suave y condescendiente antes de hablar. —Por supuesto. Nuestro programa preparatorio de élite está reservado para aquellos que realmente importan. No cualquiera puede entrar.
Dejó la taza de café con un suave tintineo, con voz teñida de frío desdén. —Al fin y al cabo, el programa no es más que un atajo para herederos como nosotros. Somos los destinados a controlar la riqueza y el poder de la sociedad. Naturalmente, no estamos hechos para trabajar como la gente corriente.
Una sonrisa burlona se dibujó en sus labios mientras se recostaba en su silla, con los ojos brillantes de desprecio. «¿De verdad creen esos estudiantes de familias pobres que el talento por sí solo puede cambiar su destino? Por favor. Incluso el genio más brillante no es nada sin los recursos adecuados. Sin un respaldo poderoso, por muy brillantes que sean, serán aplastados y caerán en el olvido, olvidados antes incluso de empezar».
Mariana esbozó una leve sonrisa, pero no replicó. En cambio, miró a Melanie con aire cómplice, afirmando en silencio sus palabras.
«Cierto», murmuró, «las circunstancias de cada uno marcan los límites. Para la mayoría, romper las barreras de la clase social es tan imposible como alcanzar el cielo».
La conversación fluía con facilidad, cargada de un trasfondo de arrogancia, cuando de repente el teléfono de Melanie vibró con fuerza sobre la mesa.
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Lo cogió y miró la pantalla. «Papá», decía el identificador de llamadas. Melanie frunció el ceño, pero respondió, acercándose el teléfono con desgana a la oreja.
La voz profunda y autoritaria de Hurst llenó inmediatamente la línea. —Mañana me voy de viaje de negocios al extranjero. Más te vale que te portes bien en el colegio mientras estoy fuera. Si me entero de algún problema cuando vuelva, lo lamentarás.
Melanie hizo un puchero y dijo con voz melosa: «Entendido, papá. No causaré ningún problema. Siempre soy una niña muy buena».
«Más vale que así sea. De todos modos, no me dejes volver a encontrarme un desastre», espetó Hurst.
—Por supuesto que no, papá —respondió ella con voz melosa, repitiendo sus palabras tranquilizadoras hasta que terminó la llamada.
En cuanto se cortó la línea, su actitud cambió por completo. Su sonrisa se convirtió en una mueca de desprecio y dejó caer el teléfono sobre la mesa con indiferencia. —¡Bah! Se está haciendo viejo y paranoico —murmuró con desdén—. Cada vez que se va, me regaña como una niñera. Es muy molesto.
Mariana se rió entre dientes, con una mirada divertida, como si estuviera viendo un programa entretenido. —Más te vale no causar problemas, Melanie. Si lo haces, tu padre no te dejará ir tan fácilmente.
—Sí, sí —dijo Melanie con un gesto de indiferencia, claramente despreocupada, ya olvidando la advertencia—.
En ese momento, entró un camarero y anunció respetuosamente: —Señorita Cooper, la señorita Morgan está aquí.
Melanie arqueó una ceja y miró hacia la puerta. Rosanna entró, vestida con un vestido sencillo pero refinado, y cada uno de sus movimientos irradiaba gracia y compostura.
—Mariana, señorita Melanie Cooper, me alegro de verlas —saludó Rosanna con cordialidad.
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