Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 315
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Capítulo 315:
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Pattie bajó la mirada, frunciendo el ceño mientras luchaba contra el miedo que se apoderaba de ella. Los segundos se hicieron eternos.
Entonces, con un repentino estallido de energía, Pattie golpeó el plato con el tenedor, y el sonido metálico cortó el aire. Apretó los puños y miró a Maia con una intensidad que esta no había visto en años.
—¿Qué hay que temer si estamos juntas en esto? —dijo Pattie con fiereza—. ¡Vamos a por ello! Si fracasamos, que así sea. ¡Nunca he conocido el significado del miedo! Y tus problemas son mis problemas, Maia. Si yo no estoy contigo, ¿quién lo estará?
Algo se removió en lo más profundo de Maia: una rara sensación de calidez. No era poca cosa, pensó, tener a alguien como Pattie de su lado. Alguien que se lanzaría al fuego sin dudarlo, simplemente porque se lo pidieron.
Sin decir nada, Maia metió la mano en el bolso y sacó un grueso expediente, fruto de meses de trabajo secreto. Lo deslizó por la mesa hacia Pattie. Las dos mujeres reanudaron la comida, con una conversación en voz baja e intensa, mientras se inclinaban juntas sobre el expediente.
—El alcance del Grupo Cooper es demasiado vasto como para enfrentarnos a él de una sola vez —dijo Maia, deslizando el dedo por las páginas densamente escritas—. Debemos desmantelarlo pieza a pieza. Aquí, esta división. Aquí es donde debemos atacar primero.
Pattie se inclinó hacia delante, siguiendo el dedo de Maia. A medida que leía, una chispa de emoción sustituyó a la preocupación en sus ojos.
Sus labios se curvaron en una sonrisa temeraria. —De acuerdo —dijo, asintiendo con firmeza—. Seguiré tus instrucciones. Empezaremos por aquí.
Pattie era la persona en quien Maia más confiaba, por eso le había confiado este secreto. Pero confiar no significaba obligarla a entrar en una batalla que ella no había elegido.
Al fin y al cabo, el Grupo Cooper era una montaña que pocos se atrevían a escalar, y mucho menos a mover. Y el hombre en el que Maia había depositado sus esperanzas, un hijo ilegítimo sin un punto de apoyo adecuado, parecía una apuesta desesperada.
Pattie bajó la mirada, frunciendo el ceño mientras luchaba contra el miedo que se apoderaba de ella. Los segundos se hicieron eternos.
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Entonces, con un repentino estallido de energía, Pattie golpeó el plato con el tenedor, y el sonido metálico cortó el aire. Apretó los puños y miró a Maia con un fuego que esta no había visto en años.
—¿Qué hay que temer si estamos juntas en esto? —dijo Pattie con fiereza—. ¡Vamos a por ello! Si fracasamos, que así sea. ¡Nunca he conocido el significado del miedo! Y tus problemas son mis problemas, Maia. Si yo no estoy contigo, ¿quién lo estará?
Algo se removió en lo más profundo de Maia: una rara sensación de calidez. No era poca cosa, pensó, tener a alguien como Pattie de su lado. Alguien que se lanzaría al fuego sin dudarlo, simplemente porque se lo pidieron.
Sin decir nada, Maia metió la mano en el bolso y sacó un grueso dossier, fruto de meses de trabajo secreto. Lo deslizó por la mesa hacia Pattie. Las dos mujeres reanudaron la comida, con una conversación en voz baja e intensa, mientras se inclinaban juntas sobre el dossier.
—El alcance del Grupo Cooper es demasiado amplio como para enfrentarnos a él de una sola vez —dijo Maia, pasando el dedo por las páginas densamente escritas—. Debemos desmantelarlo pieza a pieza. Aquí, esta división. Aquí es donde debemos atacar primero.
Pattie se inclinó hacia delante, siguiendo el dedo de Maia. A medida que leía, una chispa de emoción sustituyó a la preocupación en sus ojos.
Sus labios se curvaron en una sonrisa temeraria. —De acuerdo —dijo, asintiendo con firmeza—. Seguiré tus instrucciones. Empezaremos por aquí.
Cuando Maia y Pattie terminaron de ultimar sus planes, ya eran más de las tres de la tarde.
Después de saborear su comida, Maia decidió que era hora de visitar Marvelous Garden para ver cómo estaban Kathie y Ethan. También quería prepararles una cena abundante y nutritiva.
Al entrar por la puerta, el familiar aroma de la comida inundó el aire y allí estaba Kathie, trabajando enérgicamente en la cocina.
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