Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 305
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Capítulo 305:
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Rosanna se quedó paralizada, intentando mantener la compostura, pero el sutil temblor de sus ojos la delató.
En ese momento, Pattie llegó, flanqueada por un grupo de imponentes guardaespaldas.
«¡Abran paso!». Los guardaespaldas, grandes y formidables, abrieron paso entre los periodistas y escoltaron a Maia y Roland.
Los periodistas, sin nadie a quien entrevistar, volvieron su atención hacia Rosanna. Estaba atrapada, rodeada y sin escapatoria.
Una avalancha de preguntas incisivas le llovieron desde todas las direcciones.
«Señorita Morgan, ¿tuvo usted algo que ver en la organización del accidente de coche?».
«Señorita Morgan, ¿cómo se siente al saber que sus fans han perdido el caso?».
«Señorita Morgan, antes afirmó que ellos no sabían nada, por lo que debían ser inocentes. Pero ahora el tribunal los ha declarado culpables, ¿cree que el veredicto es justo?».
Rosanna levantó las manos para protegerse la cara mientras intentaba escapar.
«¡No lo sé! No sé nada… ¡Apartáos, dejadme pasar!».
Huyó presa del pánico, con su dignidad destrozada y humillada más allá de lo imaginable. Su frenética huida del lugar se convirtió en un espectáculo inolvidable.
Los periodistas no tardaron en captarlo y la expresión angustiada y humillada de Rosanna quedó inmortalizada por las cámaras de alta definición.
Cuando se dio la noticia, el vídeo se difundió como la pólvora, compartido decenas de miles de veces en cuestión de horas.
¡La cara de pánico de Rosanna se convirtió en tendencia! Su nombre volvió a estar en boca de todos, pero por motivos equivocados.
Internet estalló con comentarios burlones, insultos y exigencias para que Rosanna se entregara y pagara los gastos médicos del abogado herido.
Esta vez, sin embargo, los fans de Rosanna permanecieron en un silencio inquietante. Normalmente, ellos serían los primeros en salir en su defensa, inventando excusas incluso para sus acciones más escandalosas. Pero esta vez, el silencio era ensordecedor.
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Quizás, solo quizás, se habían desilusionado.
Mientras tanto, un elegante coche de lujo se deslizaba suavemente por la autopista.
En el interior, reinaba un silencio incómodo.
Pattie estaba sentada en el asiento delantero, inusualmente callada, aunque sus ojos se movían entre Roland y Maia, en el asiento trasero, delatando el torbellino de preguntas que se arremolinaban en su mente. Su curiosidad era evidente en su rostro, imposible de pasar por alto. Roland había captado sin duda su atención, especialmente con su comportamiento sereno y decidido en el tribunal. La forma en que se comportaba le inspiraba admiración.
Había salido con muchos chicos, pero ninguno había desprendido el mismo aura que Roland. Su corazón, normalmente difícil de conmover, latía ahora con un ritmo desconocido.
En contraste, Maia mantenía la cabeza gacha y sus dedos tecleaban rápidamente un mensaje a Elvira. «¿Por qué ha aparecido tu hermano?». La respuesta de Elvira fue breve y sin sentido. «¿Hmm? ¡No tengo ni idea!». Maia se quedó mirando la pantalla, sin decir nada. ¿Podía estar más despistada?
Al ver que no obtendría respuesta de Elvira, Maia guardó el teléfono y ladeó ligeramente la cabeza para mirar al hombre que tenía a su lado. Su rostro estaba marcado por la tensión. Respiró hondo y preguntó: «¿Por qué has venido hoy?».
Roland mantuvo la mirada fija en la carretera y respondió con frialdad: «Tenía un caso aquí».
Como si percibiera su incredulidad, añadió un momento después: «Acababa de bajar del avión cuando me enteré del accidente de tu abogado. Así que vine corriendo».
Maia arqueó una ceja con silencioso escepticismo. —¿Un caso aquí? ¿Qué tipo de caso importante en Wront requeriría tu atención personal? Roland, sin inmutarse, siguió desplazándose por su teléfono con aire indiferente.
«El caso es confidencial», respondió con la misma compostura de siempre. «Me temo que no puedo revelar ningún detalle».
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