Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 30
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 30:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
Chris mantuvo la atención en la carretera y respondió con naturalidad. —Debería ser yo quien te invitara. Tú me has elegido toda la ropa hoy. Es lo menos que puedo hacer por ti.
En el asiento trasero, las bolsas de la compra crujían con el movimiento del coche. Esas bolsas contenían el botín de la tarde, cuidadosamente elegido por Maia.
Al recordar la seriedad con la que había seleccionado cada artículo, Chris esbozó una pequeña sonrisa.
Maia, por su parte, se sintió un poco incómoda. Se tocó la punta de la nariz y dijo: «Pero yo no las he pagado».
Chris giró ligeramente la cabeza y la miró con una calidez inesperada. «No importa. Lo has pensado con cariño. Eso es lo que cuenta».
Maia sintió un repentino cosquilleo en el pecho, pero se quedó callada.
El coche se detuvo suavemente frente a un restaurante apartado y lujoso.
Maia salió y levantó la vista hacia el letrero sobre la entrada. Aunque estaba escondido en un tranquilo barrio residencial, el lugar tenía un encanto distintivo: su diseño era elegante, discreto y refinado. Los establecimientos como este rara vez eran baratos.
Cuando se volvió, vio a Chris lanzarle las llaves del coche al aparcacoches con naturalidad y confianza. Pero claro, Chris era el chófer de su jefe. Era lógico que hubiera estado allí muchas veces.
Dejando a un lado sus preguntas, Maia lo siguió por la entrada.
En el interior, el ambiente cambió de inmediato: sereno y refinado, con cada mesa rodeada de vegetación vibrante y flores en flor que daban al espacio una calma suave y natural. Todas las mesas estaban separadas por mamparas, lo que ofrecía a los clientes una sensación de privacidad y aislamiento.
Maia y Chris fueron conducidos a uno de estos reservados y tomaron asiento sin conversar mucho.
Descubre más contenido en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒ𝒶𝓷.𝒸o𝓂
No muy lejos de ellos, una figura alta pasó caminando, pero se detuvo bruscamente, con los pasos paralizados por instinto.
Vince se giró bruscamente, entrecerrando los ojos al reconocerla.
¿Maia? ¿Qué demonios hacía ella aquí?
Detrás de él, Brian apenas evitó chocar con su espalda y parpadeó confundido. —Señor Ward, ¿pasa algo?
Aunque Vince apartó la mirada, sus pensamientos se agitaron.
Acababa de ver a Maia entrar con otro hombre.
Las manos de Vince se cerraron en puños mientras las palabras de Rosanna resonaban en su mente.
Un restaurante de lujo como este no era para comidas informales. ¿De verdad se había buscado un sugar daddy? ¿Era ese gerente de centro comercial de mediana edad del que había hablado antes?
—Sr. Ward, se nos acaba el tiempo —dijo Brian, mirando su reloj. Todos los instintos de Vince le impulsaban a entrar y exigir una explicación. Pero se trataba de una reunión con un cliente importante y cualquier paso en falso podría costarle caro.
A regañadientes, reprimió la ira que bullía en su interior y se obligó a concentrarse en el trabajo.
Mientras tanto, dentro de la cabina, Maia se apoyó en su mano y siguió con la mirada el contorno del cielo iluminado por la luna al otro lado de la ventana.
—¿En qué piensas? —preguntó Chris, rompiendo el silencio.
Maia salió de sus pensamientos, tomó el café y dio un sorbo lento. —Sr. Cooper, ¿es posible recuperar algo que se tiró hace cuatro años?
Chris levantó la vista del menú, ligeramente sorprendido por la pregunta. —Bueno, eso depende. La mayoría de la basura pasa por un centro de reciclaje: los materiales reciclables se reutilizan y el resto se desecha. Pero ¿después de cuatro años? Incluso los materiales reciclables serían difíciles de localizar.
Algo en su respuesta hizo que sus ojos se iluminaran.
.
.
.