Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 295
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Capítulo 295:
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Casi pulsó el botón rojo para borrarla y bloquearla, pero algo detuvo su mano en seco. Tras una breve pausa, se limitó a borrar el mensaje, con una fría determinación.
En los tranquilos suburbios de Wront, en la vasta finca de la familia Cooper, un hombre permanecía de pie como una estatua en un estudio bañado por la cálida luz ámbar. Su silueta se recortaba contra el fondo de la noche que se acercaba.
Alto e imponente, vestía un traje tan perfectamente entallado que parecía haber sido cortado de la tela de la realeza. Sus movimientos eran mesurados, cada gesto exudaba el poder silencioso de un rey: elegante, controlado y frío.
Desprendía una presencia intimidante, que hacía que cualquiera que se le acercara sintiera como si el frío se le filtrara por los huesos.
El teléfono de su escritorio cobró vida, y su pantalla brilló en la penumbra de la habitación.
Cuando se conectó la llamada, una voz de mujer, mezcla de coqueteo y frustración, se deslizó en su oído. —Chris no ha venido a verme últimamente. Ni siquiera responde a mis llamadas. ¿Crees que empieza a sospechar de mí?
Su expresión permaneció impasible, sin delatar ninguna emoción.
Sus dedos trazaron distraídamente el anillo que llevaba, con la mirada fija en la noche infinita más allá de la ventana.
Tras un largo silencio, habló con voz tan inflexible como el hielo. «Lo entiendo».
Con eso, terminó la llamada e inmediatamente marcó otro número. Su voz, baja y autoritaria, no dejaba lugar a dudas. «Vigila de cerca a Chris. Informa inmediatamente de cualquier cosa inusual».
Terminó la llamada con una risa burlona y apagó la lámpara del escritorio. Juntó las manos y su rostro quedó oculto en la penumbra, en una imagen de amenaza silenciosa.
De vuelta en la casa de los Ward, Vince regresó con el ánimo destrozado. Sus pasos eran pesados, como si el peso del mundo lo arrastrara hacia abajo. Tenía la mirada perdida, como si le hubieran vaciado de vida.
La puerta ni siquiera se había cerrado del todo cuando Gavin le propinó una furiosa bofetada en la cara.
Últιмαѕ αᴄᴛυαʟιᴢαᴄιoɴᴇѕ ᴇɴ ɴσνє𝓁α𝓈4ƒ𝒶𝓃
—¡Idiota! —rugió Gavin, lleno de ira.
Con los puños apretados por la rabia, Gavin no se detuvo ahí. Señaló con un dedo tembloroso el pecho de Vince y gritó: «¿Cómo he podido tener un hijo como tú? ¿Te das cuenta de lo que has hecho? ¡Has convertido el apellido Ward en un chiste en Wront! ¡La gente se está riendo de nosotros! ¿Tienes idea de la vergüenza que has traído a esta familia?».
A Vince le escocía la mejilla por el golpe y le goteaba sangre por la comisura de los labios, pero su rostro seguía impasible. No se inmutó, ni siquiera parpadeó.
Conocía la verdad demasiado bien. Maia le había tendido una trampa y lo ocurrido en la habitación del hotel se había difundido por todo el mundo como una tormenta viral. El vídeo estaba en todas partes, un símbolo perdurable de su humillación. Era su venganza, un golpe calculado para despojarlo de toda dignidad y convertirlo en un espectáculo para que el mundo se burlara de él.
¿Era el odio lo que la impulsaba? ¿O era algo más enredado, nacido de los celos crueles del amor?
Vince no estaba seguro, pero sus pensamientos estaban consumidos por ella, por cada expresión, por cada palabra que había pronunciado.
«Vince, nunca podría ser tu amante».
«Ya estoy casada. ¡Por favor, deja de molestarme!».
Vince cerró los ojos, con una sonrisa torcida en los labios. ¿Casada? ¿Un marido?
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