Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 271
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Capítulo 271:
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En el Nova Café.
La cafetería estaba llena de gente, tal y como Maia esperaba. Había suficiente animación como para evitar cualquier problema, a diferencia de la última vez. Cuando Vince apareció, Maia ya se había sentado y removía distraídamente su café con una cucharilla.
Vince se acercó y se sentó frente a ella, con los ojos llenos de ira.
Maia tomó un sorbo lento de su café, con tono firme. —¿Qué te pasa? —Le echó un vistazo—. Si es la misma tontería de siempre, no me interesa.
La expresión de Vince se endureció. Su tono se volvió tenso cuando exigió: «Maia, ¿quién era el tipo que te llevó esa noche? ¿Te está reteniendo? ¿Lo estás utilizando para vengarte de mí? ¿Ya te has acostado con él?».
Maia dejó la taza sobre la mesa con un ruido seco contra el platillo. Apenas pudo contenerse para no tirarle el café a la cara a Vince. Su voz era gélida mientras lo miraba directamente a los ojos. —Vince, estás a punto de comprometerte y ¿me preguntas esto? Aunque hubiera estado con otra persona, ¿no sería por tu culpa?
Había sido Vince quien le había echado algo en la bebida aquella noche, dejándola consumida por el deseo. Solo de pensarlo, a Maia se le revolvió el estómago.
El ambiente se volvió pesado de inmediato.
Vince se quedó paralizado, demasiado conmocionado para discutir, abrumado por la frustración. Así que Maia había estado con ese hombre…
Vince apretó los puños, los nudillos se le pusieron blancos y las venas de las manos se le marcaron.
Maia vio cómo se le ensombrecía el rostro y soltó una risa amarga. —Vince, no todos los hombres son tan viles como tú. El que me ayudó es un buen hombre, un auténtico caballero. Nunca me puso un dedo encima. ¿Y tu empresa? Tampoco tuvo nada que ver con eso.
Maia sabía que alguien como Chris, un simple chófer, no tenía ninguna posibilidad contra el Grupo Ward.
Vince se detuvo, ligeramente sorprendido, y levantó los ojos para encontrar la mirada de Maia. Su mirada era aguda y fría, su voz cargada de ira y decepción.
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«Vince, solía creer que eras un buen hombre. Solo ahora veo cómo eres en realidad. Lamento haberme dejado engañar y haberme enamorado de alguien como tú. Si pudiera volver atrás, habría roto toda relación contigo hace mucho tiempo».
Sus palabras golpearon a Vince como un puñetazo en el estómago, provocándole pánico. Se le fue todo el color de la cara y se apresuró a arreglar las cosas.
«Maia, mi empresa ha estado bajo ataque durante los últimos días y todavía no sé quién está detrás. ¡No quería acusarte! Esa noche… estaba borracho… Perdí el control. ¡Pero te juro que si vuelves conmigo, cambiaré! ¡Te daré todo lo que quieras! ¡Te trataré mejor que nadie! Te gustaba esa pulsera de dos corazones unidos, ¿verdad? ¡Te la compré yo! ¿No demuestra eso lo mucho que me importas? ¡Te trataré mejor que nadie!».
Maia miró el rostro desesperado de Vince y soltó una risa burlona y aguda.
«Vince, ¿te estás escuchando? Ya le diste esa pulsera a Rosanna, ¿no?».
Vince se quedó desconcertado. ¿Cómo lo sabía Maia?
Se apresuró a explicarse: «Pensé que ya no la querías… Así que se la di a Rosanna. Pero si todavía la quieres, ¡te compraré otra ahora mismo!».
Maia respondió con voz fría e indiferente: «No me interesa llevar las mismas joyas que una mujer como ella».
«No hay problema», dijo Vince rápidamente, esbozando una sonrisa aduladora. «¡Te compraré algo mejor, algo más caro! Lo que quieras, te lo conseguiré. ¡Así de sincero soy!».
«¿Sincero?», preguntó Maia, levantando una ceja y cruzando los brazos. Miró a Vince con ojos penetrantes. «Tu fiesta de compromiso con Rosanna es dentro de poco. Dime, Vince, ¿cómo voy a creer en tu sinceridad?».
Vince dudó.
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