Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 263
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Capítulo 263:
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—Por supuesto —respondió Maia con indiferencia, sin dejar traslucir nada en su rostro.
Pattie frunció el ceño. —Estás bromeando, ¿verdad? No estarás pensando en colarte en la fiesta, ¿no?
Maia esbozó una leve sonrisa, con un brillo frío en los ojos. —Se va a casar. ¡Por supuesto que tengo que prepararles un regalo muy especial!
La sala privada por fin estaba lista, y Maia y Pattie entraron en el restaurante y tomaron asiento. El restaurante era muy conocido y el servicio era de primera categoría. El camarero colocó un reloj de arena sobre la mesa, un detalle característico del local: si la arena se agotaba antes de que llegara la comida, la comida era gratis. Pattie pidió varios platos especiales del restaurante y dos vasos de zumo.
Mientras esperaban, se quejó de Rosanna al menos cinco veces, insistiendo en que solo verla le había quitado completamente el apetito. Maia no notó ningún indicio de irritación en el comportamiento de Pattie.
Pronto cambiaron de tema.
Pattie dio un sorbo a su zumo. «Tengo que admitir que este zumo natural está excelente. Si la comida es igual de deliciosa, ¿por qué no invertimos en este restaurante? Así no tendríamos que hacer cola y podríamos venir cuando quisiéramos».
«Suena bien», respondió Maia con una sonrisa, dando un sorbo al suyo.
El zumo estaba realmente bueno, pero Maia no podía quitarse de la cabeza la sensación de que algo no iba bien. No se trataba de Rosanna, sino de Chris.
Pensando en los acontecimientos de la noche anterior, Maia respiró hondo y miró a Pattie, dudando un momento antes de hablar. «Pattie, tengo una pregunta que me gustaría hacerte».
Pattie levantó una ceja, claramente sorprendida. «Vaya, esto es nuevo. ¿De verdad quieres preguntarme algo? ¡Adelante!».
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Maia sostenía su vaso de zumo, normalmente tranquila y distante, pero ahora parecía insegura. Esto despertó la curiosidad de Pattie, que parpadeó, esperando a que Maia continuara.
«¿Cómo puedo saber si me he acostado con un hombre mientras estaba inconsciente?».
La mano de Pattie tembló al oír la pregunta, ¡y casi derrama el zumo!
«¿Qué acabas de decir?». Pattie abrió mucho los ojos y fijó la mirada en Maia como si estuviera interrogándola. Su voz se elevó bruscamente. «Maia, ¿te acostaste con un chico? ¿Quién tomó la iniciativa? ¿Fue en ese karaoke? ¡Dios mío, eso explica por qué no contestaste el teléfono anoche! ¿Cómo se llama? ¿Qué edad tiene? ¿Es guapo? ¿Tiene dinero? ¿A qué se dedica? ¿Cuántos son en su familia? ¿Cómo es físicamente? ¿Cómo es su personalidad? ¿Es gentil y reservado, o apasionado y desenfrenado? ¿No se te ocurrió presentármelo? ¡Eso es muy descortés! Llámalo ahora mismo e invítalo a cenar. ¡Ni siquiera ha llegado la comida!».
A Maia le empezó a latir la sien. Lo que había empezado como una simple pregunta se había convertido en un interrogatorio implacable. Pattie la estaba examinando como si fuera una sospechosa en el estrado, y la intensidad aumentaba por momentos.
¿Era necesario ser tan dramática?
Los comensales de las mesas cercanas comenzaron a mirar con curiosidad.
Rápidamente, Maia se llevó un dedo a los labios. «¡Shh! ¡Baja la voz! ¡No se trata de mí! ¡Es para una amiga!».
¿Una amiga? —pensó Pattie con escepticismo—. Era difícil saber si esa amiga existía o no.
Entrecerrando los ojos, Pattie preguntó: «¿De verdad?».
«¡Sí, de verdad!», confirmó Maia con un enérgico movimiento de cabeza.
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