Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 224
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Capítulo 224:
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Antes, había buscado en Internet consejos sobre cómo halagar a su esposa.
Un comentario le llamó la atención: «Dile que conocerla fue como ganar la lotería, como si hubieras hecho algo increíble en una vida pasada. ¿Entendido? Si te resulta útil, dale a «Me gusta»». En poco tiempo, decenas de miles de internautas le dieron un «Me gusta».
Como alguien cuya reputación de seductor era en gran parte ficticia, Chris decidió probar este consejo por sí mismo.
Maia casi le recordó que su matrimonio era, en esencia, puramente transaccional.
Sin embargo, algo en la calidez entre ellos la hizo contenerse.
El ambiente era delicado, cargado de una cercanía inesperada.
Con tono burlón, Maia dijo: «Chris, eres alarmantemente seductor. Dime, ¿usas esa frase a menudo? ¿Sueles decirles a las mujeres que seguramente has hecho algo increíble en otra vida para merecerlas en esta?».
Chris parpadeó.
¿Cómo había adivinado Maia exactamente lo que él iba a decir?
Por un breve instante, se quedó sin palabras.
Recuperándose rápidamente, se rió suavemente y negó con la cabeza. «Si te dijera que no, ¿me creerías?».
En lugar de responder, Maia cambió suavemente de tema. «¿Te molesta que haya ocultado mi identidad, señor Cooper?».
Cuando se reveló su identidad, la reacción de Elvira había sido mucho más típica.
Sin embargo, Chris ni siquiera la había confrontado al respecto.
«No», respondió Chris con sencillez. «¿Por qué iba a molestarme? No era asunto mío preguntarlo».
Su respuesta directa tomó completamente por sorpresa a Maia.
Incluso cuando Elvira había visitado la última vez e intentado provocarlo intencionadamente, Chris se había mantenido tranquilo y comprensivo.
Más tarde, había expresado abiertamente su creencia en la inocencia de Maia sin dudarlo.
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De hecho, no todo podía —ni debía— juzgarse solo por las apariencias.
«Además», añadió Chris con sinceridad, «seguro que tenías tus razones. Soy tu marido, al menos de nombre, y confío en ti. Siempre respetaré tus decisiones».
Hablaba con sinceridad, sin una pizca de fingimiento ni motivos ocultos. Bajando la mirada, Maia se recordó una vez más el acuerdo entre ellos: Chris era su marido solo de nombre.
No debía dejar que sus pensamientos divagaran. Chris no estaba molesto precisamente porque respetaba los límites que habían establecido desde el principio.
Esto tranquilizó a Maia, pero al mismo tiempo, su racionalidad despertó en ella una leve e inexplicable sensación de pérdida.
Apartando ese pensamiento, levantó rápidamente la mirada y le dedicó una sonrisa sincera y radiante. —Gracias, señor Cooper.
El cielo de aquella tarde se extendía infinito, cristalino y sin nubes.
De pie junto a la ventana abierta, Maia contempló pensativa la radiante luna que brillaba sobre su cabeza.
Su suave resplandor plateado bailaba entre su cabello, suavemente agitado por la brisa nocturna.
Se sonrojó ligeramente al recordar las cálidas palabras de Chris. Más tarde, apareció un mensaje de Zoey en su pantalla, preguntándole con curiosidad qué sentía ahora por Chris.
Con una leve sonrisa, Maia escribió una respuesta breve y sincera. «Es bastante bueno». Zoey bombardeó a Maia con respuestas, prometiendo con vehemencia que, aunque Maia estuviera entre rejas, encontraría la manera de castigar a Chris si se atrevía a maltratarla.
Maia se echó a reír ante la actitud protectora de Zoey.
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