Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 221
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Capítulo 221:
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Con un movimiento rápido, se desabrochó el cinturón de seguridad y agarró con fuerza la manilla de la puerta del coche.
—Para —ordenó con frialdad, con un tono tan duro como el hielo.
Si no hubiera sido una emergencia, nunca se habría subido al coche de Vince.
Vince no dejaba de mirarla de reojo, con los ojos oscurecidos, pero permaneció en silencio.
Redujo la velocidad gradualmente y dirigió el coche hacia el arcén. En cuanto se detuvieron, Maia se apresuró a alcanzar la manilla, ansiosa por salir.
Pero Vince la agarró rápidamente por el brazo. —Maia, ¿así es como me das las gracias? Tenemos que hablar.
Maia se soltó de su agarre, con expresión totalmente indiferente. —Gracias por rescatarme, pero no hay nada que discutir.
La frustración se reflejó en el rostro de Vince, con sus sentimientos a flor de piel. ¿Nada?
Su voz se volvió áspera, llena de emoción contenida. —A veces, no puedo dejar de pensar en cómo eran las cosas hace cuatro años. En aquel entonces…
—Para ya. Si eso es todo lo que querías decir, no me interesa. —Maia volvió a alcanzar la puerta.
Vince apretó los dientes con fuerza y alzó ligeramente la voz. —Maia, antes de irte, ¡responde a una pregunta! ¡Nunca me dijiste que eras K! ¿Qué más me has ocultado?
Maia se detuvo y giró lentamente la cabeza para mirar a Vince a los ojos. Su mirada era fría, con un toque de burla amarga. Una risa sin humor escapó de sus labios. —¿Alguna vez te has molestado en conocerme?
Vince se quedó paralizado. Maia tenía razón. Cada vez que ella había intentado abrirse, él la había rechazado rápidamente. Nunca la había escuchado de verdad ni había mostrado ningún interés por su mundo.
No era que Maia hubiera elegido el secretismo, sino que Vince y la familia Morgan simplemente no se preocupaban lo suficiente como para preguntar.
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Con el tiempo, Maia aprendió que el silencio era la mejor manera de evitar el rechazo.
Sus labios se crisparon torpemente, su voz se tensó por una repentina desesperación. «¿Y si te dijera que ahora quiero conocerte? ¿Me darías una oportunidad?».
Maia bajó la mirada, con los ojos más fríos que nunca.
Cuando finalmente habló, su tono era firme pero distante. «Es demasiado tarde para eso. Si estás tan ansioso por comprender a alguien, empieza por tu prometida, Rosanna. ¿De verdad crees que es quien tú crees que es?».
Maia esbozó una leve sonrisa desdeñosa y salió decidida del coche sin mirar atrás.
Vince se quedó allí, atónito. La vio marcharse, luego salió apresuradamente y la siguió.
Intentó detenerla, pero Maia esquivó hábilmente su mano.
Decidido, Vince se interpuso en su camino con los brazos abiertos. Sus ojos brillaban con desafío y una sinceridad casi desesperada. —Se trata de que Rosanna y yo nos vamos a casar, ¿verdad? Pero aunque me case, eso no cambiará nada entre tú y yo.
Bajó la voz, haciéndola más seductora. —Quédate conmigo, Maia. Te daré todo lo que siempre has querido. Eres una compositora con talento. Puedo financiar tu música, incluso crear tu propio sello discográfico. Podrás crear libremente sin preocuparte por nada más. —Vince se acercó poco a poco, mirándola intensamente a los ojos—. ¿No sería perfecto?
Los labios de Maia se curvaron ligeramente, pero sus ojos permanecieron tan agudos y fríos como el acero.
—Vince, después de todo lo que has dicho, ¿no es solo para poder mantenerme como tu amante secreta?
Levantó los ojos y habló con una gran dosis de sarcasmo. —Si estás tan enamorado de Rosanna y tan desesperado por casarte con ella, ¿por qué sigues perdiendo el tiempo conmigo?
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