Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 183
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Capítulo 183:
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Apenas lo conocía. ¿En qué se basaba para juzgarlo? ¿Eran solo especulaciones?
—Al igual que tú, yo confío en mis propias percepciones —dijo Chris con seriedad, manteniendo el contacto visual—. Me casé contigo porque confío en quién eres. No creo que fueras responsable del robo de la colección Radiant Jewels hace tantos años. Creo que alguien más tuvo la culpa y te convirtió en chivo expiatorio.
Nunca había considerado a Maia una criminal. Ya estaba investigando el asunto, decidido a demostrar su inocencia.
Maia se quedó desconcertada.
Miró a Chris, sin saber qué decir, abrumada por su revelación.
Maia estaba atónita. Las personas en las que más había confiado le habían dado la espalda, dejándola preguntándose por qué Chris tenía tanta fe en ella, una mujer a la que acababa de conocer.
¿Quizás Zoey le había contado todo sobre su pasado? Tenía que ser eso.
Maia exhaló bruscamente, obligándose a recuperar la compostura. Miró a Chris, con voz suave pero firme. —Gracias por creer en mí. Lo admito, tenía algunas… ideas preconcebidas sobre ti. Tenías razón. No es justo juzgar a alguien sin conocerlo de verdad. Así que… a partir de ahora, olvidemos todos los rumores. ¿Podemos empezar de nuevo y conocernos de verdad?
Chris le dedicó una cálida sonrisa, erguido y con un encanto natural que parecía llenar el espacio a su alrededor.
Con naturalidad, le tendió la mano. —Por supuesto. Es un placer conocerla, señorita Watson.
Maia miró la mano larga y elegante de Chris, se detuvo un instante y luego la estrechó con firmeza. —Encantada de conocerlo, señor Cooper. Ambos sonrieron y, para Maia, fue como si esa noche fuera realmente la primera vez que se veían.
Justo cuando el ambiente entre ellos se relajaba, un pensamiento inesperado se le ocurrió a Maia. —Por cierto, señor Cooper, ¿qué pasó con ese ramo de flores?
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Chris arqueó una ceja, fingiendo desconcierto. —¿Flores? ¿Qué flores?
—El ramo de rosas que trajo… —Al darse cuenta de lo indiscreta que sonaba, se apresuró a explicar—: No le dé importancia. Solo era curiosidad.
Chris pareció recordar, con voz despreocupada. —Ah, las tiré.
Maia se quedó desconcertada.
—Esas rosas eran preciosas. Qué pena tirarlas.
Chris se encogió de hombros, con un brillo casi juguetón en los ojos. «Si no se las iba a regalar a nadie, ¿para qué las iba a guardar?».
Maia dudó. «¿Eran para… alguien especial?». Quería preguntarle si las flores eran para ella, pero la pregunta le pareció vergonzosamente egocéntrica. ¿Y si Chris tenía a otra persona en mente, alguien a quien no podía dárselas?
Su pregunta quedó en el aire, sin terminar.
Antes de que Maia pudiera retractarse, Chris la miró a los ojos y le dijo en voz baja pero firme: «Eran para ti».
El corazón de Maia dio un vuelco. Con el ambiente despejado entre ellos, pensó que no había nada de malo en preguntar. «¿Por qué querías regalarme flores?», preguntó. Luego, con un brillo juguetón en los ojos, Maia bromeó: «¿O le regalas flores a todas las mujeres que te parecen atractivas?».
Chris se rió entre dientes, un sonido grave y magnético que hizo que la habitación pareciera más cálida. «Solo le he regalado flores a una mujer: a mi esposa».
Maia se quedó paralizada, atónita.
Chris continuó con calma: «Y te las di para pedirte perdón por lo que pasó anoche. Espero que no pienses que soy el tipo de hombre que solo juega con las mujeres».
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