Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 175
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Capítulo 175:
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¿Podría ser… que se hubiera equivocado?
Justo cuando la duda comenzó a invadir a Elvira, una figura apareció en la distancia.
Chris se acercaba a ellos con paso firme, con un ramo de rosas rojas en la mano y una expresión indescifrable.
Estaba más concentrado en lo que le diría a Maia.
Al levantar la vista, Chris vio a Maia de pie en la planta baja, hablando con otra mujer.
Sorprendido de verla en casa tan pronto, Chris aceleró el paso, con una leve sonrisa en los labios.
Con el rabillo del ojo, Maia vio a un hombre con un ramo de rosas. Se volvió para mirar y sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa. ¡Era Chris! Cuando su mirada se posó en el enorme ramo que él sostenía, su mente se quedó en blanco y una repentina oleada de pánico la invadió.
¿Qué demonios estaba haciendo Chris?
Él se detuvo frente a ella, con las rosas listas para entregárselas, pero Maia dio un paso adelante rápidamente y levantó la mano para detenerlo. Lo miró brevemente, con los labios apretados, y negó ligeramente con la cabeza.
Chris arqueó una ceja y, como si leyera sus pensamientos, escondió el ramo detrás de la espalda.
Los ojos de Elvira se movieron rápidamente entre los dos, con una mirada sospechosa.
¿En serio? ¿Maia seguía negándolo? El chico estaba allí con un montón de rosas y Maia seguía fingiendo que no había nada entre ellos.
Chris se volvió hacia Elvira con una sonrisa y luego le preguntó a Maia: «¿Y ella es?».
—Déjame presentarte. Ella es mi amiga, Elvira Cullen —dijo Maia rápidamente, y luego se volvió hacia Elvira con una sonrisa forzada—. Elvira, él es Chris Cooper, mi… vecino.
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¿Su vecino, en serio?
Chris arqueó una ceja y miró a Maia con curiosidad. Ella parecía completamente tranquila, como si cada palabra que pronunciaba tuviera el peso de una verdad innegable.
A Chris le intrigaba la insistencia de Maia en ocultar su estado civil, pero decidió seguirle el juego por el momento. Quizás ella tenía sus razones.
Elvira, solo parcialmente convencida y con sus dudas intactas, guardó la fotografía en su bolso, sin aceptar del todo la explicación de que «solo eran vecinos».
Su instinto le gritaba que había algo más en su relación de lo que parecía a simple vista.
«Una vez me ayudó a cambiar una bombilla y, desde entonces, charlamos de vez en cuando cuando nos encontramos», explicó Maia con naturalidad, ofreciendo una historia casual para justificar su familiaridad, evidente en la fotografía.
Antes de que Elvira pudiera indagar más, Maia se volvió hacia Chris, fingiendo sorpresa. —¡Qué flores tan bonitas! ¿Son para su novia?
La expresión de Chris se ensombreció y su mirada se agudizó. Sus ojos profundos se encontraron con los de Maia.
«Sí, lo son. Por desgracia, hoy no puede recibirlas».
Maia apartó la mirada, apretando los labios con evidente incomodidad.
Aprovechando el momento, Elvira preguntó: «Señor Cooper, ¿su novia también vive aquí?».
Chris respondió con indiferencia: «Sí, vivimos juntos. Sin embargo, me acaba de informar que ha tenido que salir por un viaje de negocios imprevisto, así que no estará en casa esta noche».
Suspiró, fingiendo estar decepcionado. —Había reservado mesa para cenar. Es una pena, porque el depósito no es reembolsable.
Entonces, se le ocurrió una idea, se animó y sugirió a las dos mujeres: «¿Han cenado ya? ¿Les apetece acompañarme?».
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