Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 146
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Capítulo 146:
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Además, ganar el concurso de canto no solo le reportaría fama, sino también un importante premio en metálico. Era una situación en la que todos salían ganando y que también satisfaría su vanidad.
Y lo mejor de todo, podría presentarlo como un acto de gratitud, hacer creer que subía al escenario no por ella misma, sino por sus fieles fans que aún creían en ella.
Sería la historia perfecta.
Y una vez que cambiara la narrativa, el viejo escándalo se pudriría en los rincones olvidados de Internet, como cualquier otra indignación pasajera.
«Está bien, lo haré». Rosanna apretó el teléfono con fuerza, con la decisión tomada.
La emoción iluminó la voz del cazatalentos mientras terminaba la llamada con un tono alegre.
Maia terminó de responder al mensaje de Pattie y abrió Twitter, desplazándose hasta el vídeo que había dejado Vicki.
Le picó la nariz y las lágrimas amenazaron con brotar de sus ojos.
Ese vídeo había sido su salvavidas durante los días más oscuros. Si no hubiera sido por su determinación de desacreditar públicamente a Rosanna y demostrar que la pulsera era un recuerdo de Vicki, nunca lo habría hecho público.
Con dedos temblorosos, rozó la pantalla y siguió el contorno de la suave sonrisa de Vicki, murmurando: «Abuela… Te echo mucho de menos».
Levantó la muñeca y la inclinó hacia la ventana, donde la luz del sol se reflejaba en la superficie verde oscuro de la pulsera, dispersando la luz como pequeñas estrellas.
Una vez, Vicki le había dicho que cada vez que el dolor de extrañarla se volviera demasiado intenso, esa pulsera sería su consuelo.
Respirando suavemente, Maia dejó que sus dedos bailaran sobre la fría superficie de la pulsera.
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Ninguna subasta, ningún precio podría tentarla a renunciar a ella. Para ella, era irremplazable, tan entretejida en su corazón que perderla sería como perderse a sí misma.
Mientras seguía envuelta en una nube de recuerdos, su teléfono vibró contra el sofá, devolviéndola a la realidad. Al mirar la pantalla, se quedó paralizada.
El nombre de Chris apareció en la pantalla.
En un instante, los recuerdos de la noche anterior inundaron su mente: la forma en que Chris la había acorralado contra la puerta, la cercanía de su voz, las preguntas que la habían dejado desconcertada. Aún podía sentir el fantasma de su aliento rozando su oreja.
Por una vez, Maia dudó, sin saber si estaba preparada para enfrentarse a él.
Finalmente, reuniendo todo su valor, pulsó el botón de responder y se llevó el teléfono al oído. —¿Hola?
—¿Has comido? —La voz de Chris sonó baja y tranquila, como si fueran dos viejos amigos charlando.
Al mencionar la comida, el estómago de Maia emitió un ruido fuerte y vergonzoso. Había pasado la pausa para comer echando leña al fuego de las redes sociales y
Apenas había probado bocado. Lo único que había conseguido cocinar antes de salir corriendo de casa era la sopa medicinal de Kathie.
En un principio, había planeado salir a comer con Ethan. Sin embargo, ese mismo día se había producido una escena diferente. En lugar de molestarla o pedirle atención, Ethan se había sumergido en su teléfono.
La preocupación la invadió: ¿estaba cayendo en la misma trampa que tantos otros chicos, absorbido por el scroll infinito? Sin embargo, cuando se asomó para mirar más de cerca, vio algo inesperado: ni redes sociales, ni vídeos sin sentido. En cambio, Ethan estaba absorto en un libro electrónico, tan concentrado que parecía estar en otro mundo.
Sin mejores opciones, Maia pidió comida para llevar en silencio.
El hambre no le había molestado hasta que la voz de Chris la trajo a primer plano. Ahora su estómago rugía con fuerza, haciendo imposible ignorar su descontento.
Con una mano presionando su estómago vacío, dijo: «Todavía no. Estaba a punto de buscar algo para comer».
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