Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 135
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 135:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
Maia lo agarró firmemente por los hombros y lo miró directamente a los ojos. «Una vez juraste que me protegerías, ¿recuerdas?».
Ethan asintió con vehemencia.
«Entonces prométeme que nunca volverás a ocultarme nada», dijo Maia en voz baja, con voz firme y convencida.
El dique finalmente se rompió.
Ethan recordó haber oído a Sandra decir que el dinero de Maia procedía de ser la amante de un hombre. Aunque había mantenido una apariencia tranquila, en el fondo se había prometido a sí mismo ganar suficiente dinero para que Maia nunca tuviera que volver a degradarse por motivos económicos.
Rebuscando en su bolsillo, Ethan sacó un fajo de billetes arrugados y se los puso en las manos a Maia, con las lágrimas cayéndole libremente. —Maia —sollozó, luchando por recuperar el aliento—, por favor, no te vendas más. Yo te cuidaré. Lo juro.
Un dolor agudo atravesó el pecho de Maia, como si una mano invisible le hubiera golpeado el corazón.
Frente a ella estaba Ethan, apenas un adolescente, pero con el peso de alguien que ya había soportado demasiadas cargas.
Una espesa niebla nubló su visión. Sollozando suavemente, logró susurrar: «Has estado trabajando estos últimos días, ¿verdad?».
Sin dudarlo, Ethan asintió con la cabeza. Su voz sonó ronca cuando respondió: «He aceptado todos los trabajos que he encontrado, pero esto es todo el dinero que he ganado. Lo siento, Maia. Me siento como un fracasado».
«No digas eso nunca», dijo Maia, acercándose para revolverle el pelo con una mano suave. «Eres increíble, Ethan. Absolutamente increíble».
Sin embargo, Ethan frunció aún más el ceño, con la frustración grabada en cada rasgo de su rostro. —Aun así, no pude protegerte. Esta mañana… escuché a una enfermera. Estaban hablando mal de ti, diciendo cosas horribles. Te llamaron ladrona. Dijeron que eras la amante de alguien. Quería defenderte, pero no tenía pruebas y no pude decir nada.
Últιмos capítulos ɴσνєʟ𝓪𝓈4ƒαɴ.𝒸𝑜𝗺
Nuevas lágrimas se acumularon en sus ojos y se mordió con fuerza el labio inferior.
Solo entonces Maia comprendió por fin por qué había estado llorando tan amargamente. El corazón de Maia se derritió al verlo. Le pellizcó la mejilla en broma y le dedicó una brillante sonrisa. —¿Confías en mí?
Ethan se puso rígido y luego asintió con seriedad.
—Entonces escúchame bien —dijo Maia—. Nunca he robado nada en mi vida y no soy la amante de nadie. Cada centavo que he ganado es fruto de mi trabajo honrado. Suficiente para cuidar de ti y de Kathie. ¿Y en cuanto a la basura que la gente está difundiendo por Internet? No te preocupes. Me aseguraré de que todos y cada uno de ellos se traguen sus palabras.
—Pero… —dijo Ethan, con la voz apagada.
Antes de que pudiera discutir, Maia enderezó los hombros e intervino con firmeza: —No tienes que preocuparte por los problemas de los adultos, Ethan. Aún eres un niño. Ganar dinero puede esperar hasta que seas mayor. Ahora mismo, tu trabajo es estudiar mucho y vivir tu vida.
«¿Estudiar?», preguntó Ethan parpadeando, como si no hubiera oído esa palabra en años.
—Así es —dijo Maia, arqueando una ceja—. ¿No quieres volver al colegio?
Ethan bajó la mirada al suelo. —No es que no quiera…
Maia le dio una palmadita en el hombro y dijo: —Entonces está decidido. Se acabaron los trabajos ocasionales. Se acabó preocuparse por las facturas. Yo me encargaré del resto. Tú concéntrate en tus estudios. Te matricularé pronto, te lo prometo. Vamos, Kathie ya se habrá despertado y he hecho tortitas. Tus favoritas.
Ethan dudó, quedándose clavado en el sitio un momento más. Pero finalmente, sin decir nada, siguió a Maia de vuelta a la habitación del hospital.
Una vez terminada la desayuno, Maia se dirigió a la tienda de electrónica más cercana y eligió dos de los smartphones más nuevos que tenían.
A mitad de camino de vuelta al hospital, recibió un vídeo en su bandeja de entrada de un remitente anónimo. En él se veía a la familia Morgan esperando para recogerla el día que salió de prisión, todo grabado por los medios de comunicación.
.
.
.