Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 122
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Capítulo 122:
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Había muchos jóvenes herederos ricos, pero la combinación de físico perfecto y buena apariencia de Chris le hizo sonrojar.
Había algo peligroso en su atractivo, una mezcla magnética de encanto rebelde y elegancia natural que chocaba de la forma más embriagadora. Con una naturalidad relajada, se estiró en el sofá, con el cuello de la camisa abierto, dejando al descubierto unas clavículas que parecían haber sido esculpidas con el toque cuidadoso de un artista. Las mangas, subidas descuidadamente, dejaban entrever sus fuertes antebrazos.
Una sola mirada bastaba para despertar la imaginación más salvaje y atraer a la gente sin pensarlo dos veces.
Intuyendo una oportunidad, la mujer se acercó poco a poco, lanzándole una serie de miradas prolongadas y coquetas.
Pero el olor empalagoso de su perfume barato le revolvió el estómago a Chris. Sin decir nada, se levantó del sofá y murmuró: «Tengo que contestar una llamada».
Con largas zancadas, salió de la sala privada.
Mientras los demás se entretenían, nadie parecía fijarse en él. La mujer que estaba a su lado, sintiéndose ignorada, apretó los labios con frustración.
Tras encontrar un lugar tranquilo en el pasillo, Chris se apoyó contra la pared, con una rodilla flexionada de forma casual. Encendió un cigarrillo y el resplandor iluminó brevemente sus rasgos afilados mientras exhalaba lentamente el humo al aire.
Pero su mente no estaba en la fiesta, las bebidas ni el humo. Solo podía pensar en Maia.
¿Qué estaría haciendo en ese momento?
Dentro de otra sala privada,
Al principio, Rosanna había planeado llegar con Stacy, pero un imprevisto de última hora retrasó la llegada de su amiga.
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En ese momento, un pequeño grupo de jóvenes de la élite de Wront rodeaba a Rosanna, con la mirada fija en la brillante pulsera Radiant Jewels que rodeaba su muñeca, una pieza que valía más de cuatrocientos mil dólares.
«Rosanna, Vince debe de estar loco por ti para hacerte un regalo tan extravagante. ¿Os vais a comprometer pronto?», preguntó alguien con envidia.
«Hmm», Rosanna apretó tímidamente los labios y respondió en voz baja.
«¡Es increíble cómo le ha cambiado la vida a Rosanna! Después de pasar todos esos años lejos de los Morgan, ha vuelto y ha conquistado a Vince. ¡Esa impostora no tenía ninguna posibilidad!».
«Te ha tocado el gordo, Rosanna. La familia Ward está muy por encima de nosotros. Ni siquiera podríamos soñar con respirar el mismo aire que ellos. ¿Quién hubiera imaginado que tenían un acuerdo matrimonial con los Morgan?».
«¡Así es! Una vez que te cases con Vince, vivirás en otro nivel. ¡Apuesto a que ni siquiera mirarás atrás a pequeñas reuniones como esta!».
La admiración mezclada con la envidia impregnaba cada una de sus palabras.
Sin embargo, ese tipo de comentarios eran precisamente lo que alimentaba la vanidad de Rosanna.
Su acuerdo matrimonial con Vince no cambiaba el hecho de que los años que había pasado en un barrio marginal hacían que la verdadera alta sociedad la mirara por encima del hombro. Antes de poder formar parte oficialmente de la familia Ward, se veía obligada a mantener amistades superficiales con la alta sociedad de segunda fila.
Era la única forma de ocultar su pasado poco glamuroso.
La voz de Rosanna se volvió dulce cuando dijo: «Oh, no seas tonta. Incluso después de casarme con Vince, seguiréis siendo mis mejores amigas».
«Oye, Rosanna, ¿no dijiste que esa impostora iba a aparecer hoy? ¿Dónde está?», preguntó alguien con curiosidad.
Antes de que Rosanna pudiera responder, otra mujer se burló: «Sabes, habría sido mejor que no la hubieras invitado. Se supone que este es nuestro momento. Dejar que alguien con antecedentes penales se quede con nosotras es invitar a la mala suerte».
Con un gesto elegante, Rosanna se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y dijo en voz baja…
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