Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 113
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Capítulo 113:
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Vincenzo, que no era ajeno a los artefactos raros, no habría mencionado cifras a la ligera.
La curiosidad de Maia se intensificó.
Fuera del Starlight Bar, Vincenzo se dirigió al aparcamiento. Al doblar una esquina, casi chocó con Maia.
—¿Señor Casadei? —Fingiendo sorpresa, Maia habló primero, con una belleza refinada e inolvidable.
—Es usted… Señorita, ¿qué la trae por aquí? —Vincenzo abrió mucho los ojos.
—Acabo de cenar cerca con unos amigos —dijo Maia, dejando escapar un leve suspiro. La preocupación nublaba su expresión.
Vincenzo captó la tensión que se reflejaba en sus rasgos. Si no fuera por la generosidad que esta joven le había mostrado anteriormente, bajo las brutales leyes de un clandestino…
El comercio de artefactos raros, Vincenzo podría haber perdido más que su medio de vida, tal vez incluso algunos dedos. Su puesto en el mercado clandestino podría haber sido solo un recuerdo.
En lo más profundo de su ser, Vincenzo sentía una gratitud infinita hacia Maia.
Ahora, al ver su expresión angustiada, no pudo contener su preocupación.
—Señorita, ¿ha pasado algo? —preguntó con delicadeza.
Maia levantó la mirada, con tristeza brillando en sus ojos claros, lo que despertó en él una empatía inesperada.
Con un suspiro débil, comenzó a hablar en voz apenas audible. «Señor Casadei, ¿recuerda la pulsera que le traje hace poco?».
Vincenzo asintió con firmeza. «Por supuesto».
«Esa pieza… es lo único que me queda de mi abuela».
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«Algo tan preciado…». La expresión de Vincenzo se volvió seria.
Maia se mordió el labio inferior antes de relatar su encuentro con los Morgan, cómo Rosanna había desechado sus pertenencias y la había engañado para que recuperara la reliquia familiar en el mercado negro.
Sus palabras flotaban en el silencio, pero pesaban mucho en el corazón de Vincenzo. No se había dado cuenta de que la pulsera tenía tanto valor sentimental.
Si era su único vínculo con su abuela, su valor iba más allá de cualquier tasación…
—Creo que Rosanna Morgan todavía lo tiene. Pero hace un momento, alguien ha publicado una recompensa en Internet —150 millones de dólares— para conseguirlo. Rosanna no dudará en venderlo. Si lo compra un desconocido, no tendré forma de localizarlo. E incluso si intentara pujar más que ellos… con esa cantidad de dinero, es imposible…
Vincenzo vio su expresión abatida y sus ojos claros llenos de tristeza, y su corazón se ablandó.
Aunque seguía sin tener ni idea de por qué Maxwell estaba tan interesado en el brazalete, no se atrevía a arrebatarle a Maia el último recuerdo que tenía de su abuela.
Vincenzo apretó los puños. Ella lo había rescatado una vez; ahora era su turno de dar un paso al frente.
Sin embargo, las órdenes de Maxwell acarreaban graves consecuencias, y desobedecer no era una decisión que pudiera tomarse a la ligera. Vincenzo dudó durante unos agonizantes segundos antes de decidir actuar.
—Por favor, quédese aquí, señorita —dijo en voz baja.
Se retiró a un rincón apartado y llamó rápidamente a Maxwell.
Resumiendo la historia de Maia en unas pocas frases, suplicó: —Señor Payne, esta mujer me salvó la vida. No puedo quedarme de brazos cruzados. ¿Podríamos quizá…?
Mientras tanto, Chris acababa de subir al vehículo de Maxwell tras salir del Starlight Bar.
En realidad, había sido idea de Chris que Vincenzo se hiciera pasar por un comprador y se pusiera en contacto con ella.
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