Resurgiendo de las cenizas. - Capítulo 1127
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Capítulo 1127:
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De inmediato, Pattie pisó el freno. Los neumáticos chirriaron contra el pavimento, dejando marcas oscuras en la carretera. Su elegante coche deportivo dio una sacudida violenta y casi giró hasta detenerse en medio del carril.
La sacudida la lanzó hacia delante con tanta fuerza que casi golpea el volante.
Afortunadamente, la carretera estaba casi vacía, con solo unos pocos vehículos dispersos a la vista.
Una vez que se recuperó, Pattie le espetó la pregunta. «¿Ahora mismo? Maia, dime la verdad. ¿Has descubierto algo? ¿Quién persigue a Roland? ¿Es un equipo de asesinos a sueldo?».
«No hay tiempo para más explicaciones. ¡Tienes que creerme! Ve a ver a Roland ahora mismo. Si te demoras, puede que ya sea demasiado tarde”.
La respuesta de Maia fue tajante, y su compostura ocultaba un hilo de desesperación. Bajó ligeramente la voz antes de añadir: «Voy a reunirme con alguien que tiene el poder de intervenir, pero necesito más tiempo».
Esas palabras hicieron que a Pattie se le encogiera el pecho.
Para ella, Maia siempre había sido estable y controlada. Escuchar la verdadera urgencia en la voz de Maia dejó a Pattie inquieta, y el peligro se sintió más pesado que nunca.
«¡De acuerdo! Yo me encargaré. La seguridad de Roland está en mis manos», dijo Pattie. Luego, con un suspiro vacilante, añadió: «Sea lo que sea lo que estés planeando, solo… prométeme que tendrás cuidado».
«Por supuesto que lo haré. No te preocupes», respondió Maia.
Cuando terminó la llamada, Pattie actuó sin dudarlo. El motor rugió cuando pisó el acelerador, y el sonido resonó en toda la calle.
Pattie pisó a fondo el acelerador, tiró del freno de mano y giró bruscamente el volante. Su coche derrapó perfectamente, se enderezó y se lanzó hacia Roland.
Con una mano firme en el volante, Pattie utilizó la otra para marcar el número de su jefe de seguridad.
«Escucha con atención. Esto es una emergencia», dijo con voz tensa. «Moviliza a todos tus hombres y dirígete al Tribunal Central de Wront. Hay que proteger a Roland Cullen a toda costa».
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«Entendido, señora», respondió con firmeza y sin dudar.
El jefe se giró inmediatamente hacia su unidad y gritó órdenes. «¡Todos los equipos, salgan ahora mismo! Misión de emergencia: protejan al Sr. Roland Cullen!».
Levantó el puño en el aire y añadió: «Revisen sus armas y prepárense para la resistencia. No será una lucha fácil, y no permitiré que Bluedon Safeguards quede en evidencia».
«¡Sí, señor!», respondieron los agentes al unísono, entrando en acción y preparándose con precisión entrenada.
Para entonces, Maia había llegado a las puertas de la prisión de Wront. Ante ella, las puertas se alzaban como una fortaleza siniestra, escalofriante y poco acogedora.
Al enfrentarse al lugar que la había mantenido cautiva durante cuatro largos años, Maia no sentía gran cosa, solo la necesidad de caminar más rápido.
Su mente estaba fija en Zoey. Cada latido de su corazón le advertía que incluso un momento de retraso podía costarle demasiado.
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