Resurgiendo de las cenizas. - Capítulo 1111
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Capítulo 1111:
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No quería que ella pensara que él no confiaba en ella.
A la mañana siguiente, se oyó un alboroto en el piso de arriba.
Roland, ya sin su habitual compostura, se vestía apresuradamente y bajaba corriendo las escaleras.
Sus recuerdos eran confusos, solo recordaba que Pattie se le había acercado diciendo que tenía asuntos importantes que contarle.
Luego… bebió demasiado.
Cuando despertó, se encontró tumbado en una amplia cama.
Roland sentía la garganta ardiendo por una sed feroz.
Un dolor punzante le latía en las sienes y, curiosamente, sus sueños habían estado llenos del rostro de Maia.
Mientras bajaba las escaleras, sus pasos se tambalearon al ver a una mujer tumbada en el sofá.
«¿Maia?», preguntó Roland con los ojos muy abiertos por la sorpresa.
La pulida compostura que mostraba en la corte había desaparecido, sustituida por una rara mirada de desconcierto mientras se detenía en seco.
Antes de que pudiera recomponerse, una voz lánguida llegó desde atrás.
Roland se giró y vio a Pattie deslizándose hacia él, reprimiendo un bostezo, con su camisón de seda reflejando la tenue luz.
La delicada tela se ceñía al cuerpo de Pattie, resaltando cada una de sus elegantes curvas.
—¿Por qué te has levantado tan temprano? —preguntó Pattie.
Los pensamientos de Roland se dispersaron y su mente se sumió en el caos.
¿Realmente había pasado la noche en la villa de Pattie?
Pero entonces… ¿por qué estaba Maia allí?
A Roland se le hizo un nudo en la garganta y logró articular: «Anoche, yo…».
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En ese momento, Maia se movió y se incorporó, tras haberse quedado dormida en el sofá la noche anterior.
Su voz tranquila los saludó mientras bajaban las escaleras. «Buenos días, Pattie. Buenos días, Roland».
Esas sencillas palabras golpearon a Roland como un golpe repentino, devolviéndole a la realidad.
La confusión y la culpa se entremezclaron en el pecho de Roland, y sus emociones colisionaron de golpe. Se volvió rápidamente hacia Maia. «Por favor, no me malinterpretes. Pattie me pidió ayuda anoche, y después de eso…».
—No me debes ninguna explicación —interrumpió Maia con suavidad. Luego dirigió su mirada a Pattie—. Deberías explicárselo a ella. Después de todo, ese precioso jarrón antiguo se rompió anoche.
—¡Es cierto! Gracias por recordármelo, Maia, casi se me olvida. —Pattie dio un paso adelante y extendió la mano—. Sr. Cullen, tendrá que compensarme por eso.
En el hospital Erygan, Rosanna llegó temprano, con una sonrisa pensativa y el desayuno para Jarrod.
Una vez terminada la comida, Rosanna no perdió tiempo y sacó un teléfono de su bolso. «Jarrod, tengo buenas noticias. El teléfono vuelve a funcionar».
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