Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 1068
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Capítulo 1068:
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Pensó que si se negaba a mirar a Ethan y Melanie, tal vez podría escapar del dolor de lo que había sucedido.
Pero en su interior, algo inquieto se agitaba y la paz parecía imposible.
Marisa se mordió el labio inferior mientras decidía que, después de salir del hospital, exigiría respuestas a Ethan.
Si el corazón de Ethan realmente pertenecía a Melanie, se obligaría a darles su bendición.
Aun así, la idea de hacerlo la hacía dudar. Marisa no podía seguir dándole vueltas al asunto.
La distancia entre ella y Ethan se hacía más grande con cada momento que pasaba.
Los pensamientos se agolpaban en su cabeza, dejándola vacía e inquieta. Por fin, Marisa entreabrió los ojos lo justo para echarle un vistazo fugaz.
En el aparcamiento, Chris permanecía inmóvil, con la mirada fija en la pantalla brillante de su teléfono.
Pocos lo habrían captado, pero él entendió perfectamente lo que Kiley pretendía. Las dos tarjetas de invitación que Kiley le había entregado habían sido la primera pista.
Cada movimiento apuntaba a una trampa cuidadosamente preparada para que Maia no tuviera otra opción que asistir a la gala benéfica.
La táctica ya estaba en marcha: ya fuera culpa, reacción pública o grabaciones furtivas, Kiley lo había preparado todo para acorralar a Maia y obligarla a reaccionar.
Y una vez que Maia reaccionara, no habría vuelta atrás.
«¿Qué más me está ocultando?», pensó Chris mientras dirigía la mirada hacia el edificio del Grupo Cooper y su expresión se endurecía.
El riesgo era evidente, pero no podía marcharse cuando Maia lo necesitaba. Había que descubrir la verdad sobre el destino de su abuelo, y él sería quien lo trajera de vuelta a casa.
Aunque la gala benéfica se convirtiera en un campo de batalla, Chris sabía que no tenía más remedio que participar en ella.
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Mientras tanto, en la oficina del director ejecutivo del Grupo Cooper, Kiley se hundió en el sofá de cuero y esbozó una sonrisa mientras se desplazaba por la publicación de Maia.
—Así que por fin has entrado en la junta directiva. —Inclinó la cabeza hacia Raegan y dijo—: Modifica el comunicado de prensa de hoy. Cámbialo por «Bienvenida, Maia».
«Entendido», respondió Raegan con una risa divertida. Ya había acorralado a Maia con la grabación y, aunque la apuesta tenía su peso, el trabajo estaba hecho. Aunque Pattie sospechara de su participación, no había ni una pizca de prueba que lo respaldara.
Al final, Pattie no tuvo más remedio que tragarse su orgullo, ya que la grabación estaba prácticamente intacta y contenía sus propias palabras como prueba.
Entonces, en un abrir y cerrar de ojos, el rostro de Raegan se retorció de furia, como si un golpe invisible le hubiera dado de lleno.
Al percibir el repentino cambio, Kiley se inclinó hacia ella y le susurró: «¿Por qué tienes esa cara? ¿Qué pasa?».
Sin decir nada, Raegan apretó las manos, cerró los puños y le pasó el teléfono directamente a Kiley.
En la pantalla se veía la declaración de Pattie que aclaraba la controversia: «En relación con el clip de audio que circula recientemente por Internet, debo aclarar que ha sido editado y distorsiona gravemente mi intención original».
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