Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 102
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Capítulo 102:
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Cuando volvió a despertar, se encontró atrapado en ese lugar. Miró fijamente el techo derruido que tenía encima y lentamente bajó la mirada. Al ver su cuerpo desnudo, intentó sentarse inconscientemente, pero se dio cuenta de que tenía las manos y los pies encadenados al marco de la cama.
¿Qué demonios estaba pasando?
¿Lo habían secuestrado?
Pero ¿por qué desnudarlo así si solo se trataba de un secuestro para pedir rescate?
Con el corazón latiendo con fuerza, tiró violentamente de las cadenas, desesperado por liberarse. Desde las sombras de la esquina, una voz baja y firme rompió el silencio. «Ahorra energías. Esas cadenas no se van a mover».
Sobresaltado, Jarrod giró el cuerpo hacia la voz y gritó: «¿Quién está ahí?».
«¿Qué quieres de mí?».
«Te has ganado enemigos que no debías».
Quienquiera que hubiera utilizado una aplicación de la dark web como Killer para contratar a un cazarrecompensas, no era precisamente un don nadie.
Mirando a su alrededor con ojos desorbitados, Jarrod gritó: «¡Ni siquiera sé de quién estás hablando! Si es dinero lo que quieres, solo tienes que decirlo. Te pagaré, te daré lo que quieras».
No hubo respuesta. En cambio, una alta figura vestida de negro salió de las sombras, con el rostro oculto tras un paño oscuro.
Sin decir una palabra, el hombre sacó su teléfono y tomó fotos del cuerpo expuesto e indefenso de Jarrod.
«¡Para! ¡No te atrevas!», gritó Jarrod, retorciéndose desesperadamente para protegerse la cara y cubrirse, con la humillación ardiendo más que el miedo.
Una vez que terminó de tomar las fotos, el hombre enmascarado se dirigió hacia la puerta y la abrió de un golpe.
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Sin mirar atrás, habló con alguien que estaba fuera. «Es todo tuyo. Diviértete».
Desde el pasillo, varias ancianas demacradas y harapientas entraron arrastrando los pies, con los ojos brillantes de maliciosa excitación en cuanto vieron a Jarrod.
«¡Atrás! ¡¿Qué hacéis?! ¡Atrás!», gritó Jarrod, con la voz temblorosa mientras las veía acercarse con sonrisas maliciosas. Su rostro se retorció por el pánico y su mente se aceleró.
Provenientes de los barrios marginales, estas mujeres probablemente nunca habían visto a un hombre tan guapo y bien formado. Como buitres que divisaban una presa fácil, se abalanzaron sobre él.
«Oh, no. No, no, no», murmuró entre dientes, horrorizado.
Ante la horrible perspectiva de ser violado por aquellas mujeres asquerosas, la desesperación se apoderó de él. Prefería morir antes que soportar semejante humillación. Jarrod lanzó una última mirada desesperada al techo antes de golpearse la cabeza contra la pared.
El impacto lo dejó inconsciente al instante.
Maia acababa de llegar al complejo residencial Marvelous Garden, lista para comprar algunos artículos de uso diario para su nuevo apartamento, cuando la pantalla de su teléfono se apagó de repente. Unos instantes después, apareció un cuadro de chat.
Era un chat altamente seguro y encriptado.
Aparecieron una serie de fotos comprometedoras, cada una de ellas capturando a Jarrod en situaciones inquietantes con mujeres mayores que se comportaban de forma indecente con él.
«Jefe, el objetivo se ha desmayado. ¿Seguimos?».
Maia guardó las imágenes con un rápido toque, se detuvo brevemente para pensar y luego escribió: «Es suficiente».
El chat desapareció y su teléfono volvió a la normalidad.
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