Resurgiendo de las cenizas - Capítulo 1010
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Capítulo 1010:
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Rosanna soltó una risa baja y amarga. «Maia, no estoy tratando de superarte ahora mismo. Solo quiero verte derrumbarte, ahogándote en la miseria. Esperaré pacientemente a que llegue ese día».
En ese momento, se oyó el sonido de unos pasos cerca de la puerta.
Austen entró con aire despreocupado, con las manos metidas en los bolsillos y dando pasos lentos y tranquilos.
Cuando Rosanna lo vio, su rostro cambió ligeramente, pero rápidamente lo disimuló con una sonrisa cálida y tranquila. Dio un paso adelante con delicadeza y dijo: «Buenos días, señor Austen Nelson».
Austen era el hermano menor de Axell. Dado que Rosanna ahora estaba relacionada con la familia, estaba destinada a convertirse en su cuñada y no necesitaba tratarlo con un respeto excesivo.
Pero durante su estancia con los Nelson, Rosanna se dio cuenta de que Austen era el verdadero poder detrás de las cámaras.
Incluso Axell, el hijo mayor de los Nelson, trataba a Austen con gran respeto, andando con mucho cuidado a su alrededor.
El mayordomo y los demás sirvientes mostraban un respeto evidente y un poco de recelo cada vez que aparecía Austen, lo que demostraba su alta posición y su control indiscutible en la familia.
Fue entonces cuando los pensamientos de Rosanna comenzaron a acelerarse. Una chispa de ambición iluminó sus ojos: si lograba ganarse a Austen, muchos obstáculos se desvanecerían.
Además, Austen no se parecía en nada a Axell.
Axell, que rondaba los cuarenta años, tenía la cintura blanda y un ligero abdomen, con arrugas alrededor de los ojos.
Por el contrario, Austen era alto y estaba en forma. Sus anchos hombros y su cintura delgada mostraban un cuerpo tonificado oculto bajo la camisa, lo que le daba una presencia poderosa y magnética.
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El rostro de Austen era anguloso e innegablemente atractivo, imposible de ignorar.
A veces, mientras trataba con Axell, Rosanna se sorprendía a sí misma soñando despierta con Austen. Era una especie de enamoramiento que la ponía un poco nerviosa cada vez que sus miradas se cruzaban.
Austen la miró de arriba abajo lentamente, como un comprador que inspecciona algo en una subasta.
Como nueva favorita de su hermano mayor, Rosanna causó una buena impresión. Era joven, estaba bien arreglada y mantenía una buena figura. No era de extrañar que Axell hubiera aceptado casarse con ella.
Aun así, Austen sabía muy bien que su matrimonio con la familia Nelson no cambiaría nada. En esa casa, los hombres mandaban y las mujeres nunca tenían realmente ninguna importancia.
—Mmm, hoy estás muy guapa —bromeó Austen con una sonrisa burlona—. Aunque anoche te acostaste muy tarde…
Con eso, se dio la vuelta y se dirigió escaleras arriba, dejando a Rosanna clavada en el sitio, con las mejillas ardiendo de vergüenza.
¿Había oído Austen los ruidos de la noche anterior?
Pero aunque así fuera, ¿por qué lo mencionaba de esa manera?
Rosanna bajó la mirada, y una chispa de comprensión oscureció sus ojos.
Efectivamente, todos los hombres eran iguales.
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