Rechazada por un Alfa, Mimada por un Lycan - Capítulo 305
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 305:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
«Te quiero», murmuro, y las palabras se me escapan antes de que pueda detenerlas.
Ella me mira, con una sonrisa suave y somnolienta, y sus dedos trazan perezosos dibujos en mi pecho. «Yo también te quiero», me susurra.
Le doy un beso en la sien y cierro los ojos. La verdad, toda la verdad, desordenada, sobre quién soy y por lo que he pasado, puede esperar. Ahora mismo, ella es suficiente. Y, por primera vez en años, dejo que eso sea suficiente.
Punto de vista de Jasmine
Sus ojos. Atormentados, tormentosos y sumergidos en sombras que no puedo ver del todo, pero que puedo sentir. El peso de lo que sea que lleva consigo lo está aplastando, y lo único que quiero es arrancárselo, pedazo a pedazo, hasta que sea libre. Hasta que esté completo.
Pero ahora mismo, se está rompiendo delante de mí.
Su respiración es entrecortada, superficial, como si algo invisible lo estuviera asfixiando.
Su piel está húmeda por el sudor y sus manos tiemblan como si intentara aferrarse a algo que se le escapa. Y, sin embargo, sus ojos están fijos en los míos. Desesperados. Salvajes. Como si yo fuera lo único que lo mantiene anclado a la tierra. Y tal vez lo sea. «Ryder», susurro con voz firme, aunque mi corazón late con fuerza en mi pecho. «Escúchame.
Respira conmigo. Inspira y espira, despacio. Estás bien. Estoy aquí».
Le acaricio la cara con las manos, apartando con los pulgares el sudor frío que le recubre la piel. Le presiono la frente contra la mía, obligándole a sentir mi presencia, a oír mi respiración. Respiraciones profundas y constantes. Por él. «Vamos, cariño. Respira conmigo».
Cierra los ojos con fuerza y aprieta tanto la mandíbula que creo que va a romperse. Siento el temblor de su cuerpo, la guerra que libra en su interior. Y, Dios, me parte el alma verlo así. Este hombre, este hombre fuerte, implacable e intrépido, que ha clavado un puñal en el pecho de Jason sin pensárselo dos veces. Verlo reducido a un manojo de nervios por demonios que no puedo ver, pero que sé que están ahí.
Pero no dejaré que se lo lleven. Ni ahora ni nunca.
Úʟᴛιмσѕ ĉнαρᴛєяѕ єɴ ɴσνєℓaѕ𝟜ƒαɴ.𝒸o𝓶
Por fin, su respiración se detiene y, poco a poco, empieza a sincronizarse con la mía. La tormenta en su pecho no desaparece, pero empieza a perder fuerza. Sigue aquí. Sigue luchando.
—Vamos —murmuro, entrelazando mis dedos con los suyos—. Salgamos de aquí. Lo levanto con cuidado, su peso pesa sobre mí. Sus piernas tiemblan y puedo sentir su vacilación. Pero no lo soltaré. Mi agarre sobre su mano es firme, inquebrantable. Lo guío por el pasillo, cada paso medido, cuidadoso. Como si fuera a romperse si me muevo demasiado rápido.
Cuando por fin llegamos al dormitorio, cierro la puerta detrás de nosotros, aislándonos del frío mundo exterior. El aire aquí es diferente, más cálido, más seguro. Nuestro espacio. Lo llevo hasta la cama y él se deja caer sobre ella, con la cabeza entre las manos. Todo su cuerpo tiembla y mi corazón se encoge con una impotencia que nunca antes había sentido.
No, ahora no. Me niego a sentirme impotente ahora.
Me arrodillo frente a él y vuelvo a tomar sus manos entre las mías. —¿Necesitas algo? —le pregunto en voz baja, buscando en su rostro alguna pista sobre qué hacer, cómo arreglar esto.
Él no responde, pero sus dedos se aprietan alrededor de los míos, tirando de mí hasta que quedo de pie entre sus rodillas. Levanta los ojos hacia mí, oscuros y vulnerables de una manera que me atraviesa.
Se está aferrando a un hilo y, de alguna manera, yo soy ese hilo.
«Solo te necesito a ti», dice con voz ronca, quebrada y áspera.
Por la diosa, esas palabras. Me llegan al fondo y hacen que mi pecho se hinche con un amor feroz y protector. Me inclino y presiono mis labios contra los suyos. El beso es suave, vacilante. Tengo miedo de que se rompa si lo presiono demasiado. Pero su abrazo se hace más fuerte y me besa con más intensidad, como si necesitara ahogarse en mí para escapar de la oscuridad que lo persigue.
Lo dejo.
Dejo que vierta su miedo, su frustración, su necesidad en ese beso, y le devuelvo todo lo que tengo. Mi amor, mi fuerza, mi promesa de que no está solo. Mis manos se deslizan por su cabello, acercándolo más a mí, anclándolo a mí. Su cuerpo se presiona contra el mío, desesperado y urgente, y siento que los temblores comienzan a disminuir.
.
.
.