Rechazada por un Alfa, Mimada por un Lycan - Capítulo 274
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 274:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Respiré hondo y miré a Ryder. No se había movido desde las últimas palabras de Isabelle. Le temblaban los puños, tenía los hombros rígidos por la tensión y sus ojos, esos ojos que normalmente transmitían una seguridad inquebrantable, estaban vacíos, perdidos.
Entre nosotros se respiraba una tensión incómoda, tan intensa que se podía oír caer un alfiler, y yo sabía que estaba perdido en sus pensamientos, quizá todavía ahogado en el recuerdo de Isabelle.
—¿Estás bien? —le pregunté por fin, en voz baja.
No respondió. Se limitó a mirar al suelo, como si las respuestas que buscaba estuvieran enterradas bajo el frío mármol. Conocía esa mirada; era la mirada de un hombre que luchaba contra demonios que nadie más podía ver.
—Ryder —dije, esta vez con un tono un poco más severo.
Levantó la cabeza bruscamente y, durante una fracción de segundo, vi el dolor crudo reflejarse en su rostro antes de ocultarlo bajo esa apariencia fría. No quería que nadie lo viera, ni siquiera yo. Pero yo había sido su beta, su mejor amigo, durante demasiado tiempo como para no darme cuenta.
—¿Tenía razón? —pregunté en voz baja, con un sabor a plomo en la boca.
«¿Sobre lo que le hiciste?». Quizá no era la mejor manera de abordarlo, pero era lo primero que se me ocurrió.
Sus ojos se oscurecieron y apretó aún más la mandíbula. «No quiero hablar de eso».
Por supuesto que no. Ryder nunca quería hablar de las cosas que le tocaban tan de cerca. Pero el silencio no borraría el daño. Esta vez no.
—Sabes que ella no siempre fue así —dije. Las palabras quedaron suspendidas entre nosotros, peligrosas y tácitas hasta ese momento—. No siempre fue un monstruo, Ryder.
Su mirada era tan afilada que podría haber cortado acero. —Intentó matar a Jasmine. Conspiró con unos sinvergüenzas. Cruzó una línea de la que no puede volver atrás.
Visita ahora ɴσνє𝓁α𝓼4ƒαɴ.c♡𝗺 en cada capítulo
Asentí. —Sí, lo hizo. Y merece pagar por ello.
Dudé, sabiendo que yo también estaba a punto de cruzar una línea. Pero alguien tenía que decirlo. Alguien tenía que ser la voz de la razón en este lío, aunque me costara caro.
—Pero tú también tienes parte de culpa —continué—. La alejaste, Ryder. Le quitaste todo lo que te dio y la dejaste vacía. Ella te amó durante años y tú actuaste como si no importara.
Él se estremeció, solo un pequeño movimiento, pero fue suficiente. Una grieta en su armadura. Una confirmación de que, en el fondo, sabía la verdad.
—No fue tan sencillo —murmuró con voz tensa—. Nunca le prometí…
—No hacía falta —le interrumpí con firmeza—. Sabías lo que sentía. Le hiciste creer que había una oportunidad y, cuando Jasmine entró en escena, la destruiste sin pensarlo dos veces.
Dio un paso hacia mí, con los ojos ardientes de ira, pero no retrocedí. Esta era la conversación que deberíamos haber tenido hace mucho tiempo. Quizás si lo hubiéramos hecho, nada de esto estaría pasando ahora.
—No estoy excusando lo que ella hizo —dije—. No te pido que la perdones. Pero no te quedes ahí fingiendo que no ayudaste a convertirla en lo que es.
La tensión entre nosotros era palpable, crepitante y a punto de estallar. Pero Ryder no respondió. Simplemente se dio la vuelta, con los hombros temblando por el esfuerzo de mantener la compostura.
Suspiré y me pasé la mano por el pelo. —¿Sabes qué es lo peor? —pregunté, ahora con voz más suave—. Ella todavía te quiere. Incluso después de todo, esa parte retorcida y rota de ella todavía te quiere. Y eso es lo que la ha destruido.
No respondió. No hacía falta. El silencio lo decía todo.
Me volví hacia la puerta, con el corazón encogido por el peso de todo lo que no se había dicho. Isabelle estaba en las mazmorras, sola con las consecuencias de sus actos. Pero Ryder… Ryder estaba atrapado en su propia prisión, una prisión hecha de culpa, arrepentimiento y decisiones que no podía deshacer.
.
.
.