Rechazada por un Alfa, Mimada por un Lycan - Capítulo 249
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Capítulo 249:
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Punto de vista de Ryder
El sol se colaba por las ventanas, pintando las paredes con rayos dorados. Por primera vez en días, la luz no parecía una broma cruel. No se burlaba de mí; no me recordaba que el tiempo seguía pasando mientras Jasmine permanecía inmóvil. Porque ahora estaba despierta.
Su suave respiración llenaba la habitación, recordándome que estaba viva. Ace gruñó alegremente. No la habíamos perdido. ¿Conoces esa felicidad que sientes cuando crees que te has comido el último caramelo y, al meter la mano en el bolsillo, encuentras más?
Sus dedos seguían enroscados en los míos, un salvavidas que me mantenía en mi sitio. No le había soltado la mano en toda la noche. No me atrevía. Después de todo, sentía que si la soltaba, podría volver a escapar, y yo no podría sobrevivir a eso. No otra vez.
Jasmine se movió ligeramente y abrió los ojos. Aún estaban cansados, perseguidos por las sombras del pasado, pero estaban claros. Eran los suyos. Me miró con una pequeña sonrisa vacilante y algo dentro de mi pecho se relajó. El peso del miedo finalmente se alivió, aunque solo fuera un poco.
—Buenos días —susurró con voz suave y ronca, como si aún se estuviera acostumbrando a hablar.
—Buenos días —le respondí, acariciándole el dorso de la mano con el pulgar. Me incliné hacia ella, buscando en su rostro cualquier signo de dolor—. ¿Cómo te encuentras?
—Cansada. Dolorida. Como si me hubiera atropellado un tren de mercancías.
Una sonrisa irónica se dibujó en la comisura de mis labios. Esa descaro, esa chispa, seguía ahí. Estaba enterrada bajo capas de agotamiento y trauma, pero no se había extinguido. Y maldita sea si eso no me dio esperanza.
Antes de que pudiera decir nada más, unos golpes en la puerta interrumpieron el frágil momento. La puerta se abrió con un chirrido y Kade asomó la cabeza, mirando de uno a otro. Esbozó una pequeña sonrisa de alivio.
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—Ryder, Enzo está aquí.
Se me encogió el corazón. Claro. Los resultados del ADN. Lo que debería haber sido algo monumental, trascendental. ¿Pero ahora? Después de casi perder a Jasmine, después de verla luchar por su vida, la verdad sobre su pasado parecía un ruido de fondo al que no podía prestar toda mi atención.
Jasmine se puso tensa y entrecerró los ojos.
—¿Enzo? —Su voz era cautelosa, insegura.
Le apreté la mano. —Sí. Él… cree que eres su hermana. Han llegado los resultados del ADN.
Frunció el ceño, con la cara nublada por la confusión y la ansiedad. Podía ver cómo le daba vueltas a la cabeza, tratando de procesarlo todo. Me incliné hacia ella y le hablé en voz baja y firme.
—No tienes que hacerlo si no estás preparada —le dije—. Puedes mandarlo a freír espárragos si quieres.
Sus labios se crisparon, esbozando una leve sonrisa. —Lo tendré en cuenta.
La puerta se abrió más y Enzo entró, llenando el umbral con su alta estatura. Vestía su habitual chaqueta de cuero y vaqueros, con el aspecto de un auténtico líder de manada. Pero hoy había algo diferente en sus ojos. No eran solo penetrantes o calculadores, sino más suaves, casi… vulnerables. Miró a Jasmine con una mezcla de vacilación, esperanza e incredulidad, como si temiera que ella desapareciera si parpadeaba.
Kade entró detrás, asintiéndome rápidamente antes de apoyarse contra la pared, con los brazos cruzados. Su presencia era tranquilizadora. Un silencioso recordatorio de que, pasara lo que pasara, no estábamos solos en esto.
Enzo respiró hondo y apretó la mandíbula. Me miró primero, como si necesitara permiso para hablar con Jasmine. Asentí brevemente. No era mi momento de controlar.
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