¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 491
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Capítulo 491:
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Vincent detuvo a Westin en seco. Su gélida mirada inmovilizó a Westin mientras le agarraba la muñeca con firmeza.
Westin forcejeó ferozmente, pero no pudo liberarse del agarre de Vincent. Su rostro se sonrojó.
«¿Quién eres tú? Suéltame», exclamó. Los ojos de Vincent atravesaron a Westin, haciendo que sus piernas flaquearan bajo la inmensa presión que transmitían. Sentía como si toneladas de peso le oprimieran los hombros.
A Westin le faltó valor para enfrentarse a aquella mirada gélida, como si Vincent no viera ante él más que un muerto.
«¡Discúlpate!» Vincent exigió en un tono escalofriante.
El mayordomo era el único miembro de la familia que quedaba junto al conde Poulos. Habiendo sido leal al conde durante muchos años, le dolía ver que la familia mostraba tal falta de respeto ahora que el conde Poulos se había ido.
Heather, testigo de la escena, se acercó agitada. «¡Suelta a mi hijo!», gritó.
Jaxen le cerró el paso y enarcó una ceja. «¿Así que es tu hijo? Parece que no le has enseñado a comportarse correctamente», dijo con sarcasmo. «Entonces tendremos que ayudarte con eso», añadió.
Heather respondió con furia: «¿Quiénes son ustedes? Esto es un asunto familiar. Fuera de aquí inmediatamente».
Jaxen, claramente molesto, se tapó los oídos. «Baja la voz. Me estás molestando», dijo con desdén.
«¡Tú!» Heather se quedó muda y su cara se tiñó de un rojo furioso.
Katelyn se quedó callada a un lado, observando cómo se desarrollaba la escena.
La crítica de Jaxen fue contundente. Como Heather no había enseñado bien a su hijo, intervendrían para corregirle.
Los ojos de Vincent revelaban peligro y frialdad mientras miraba intensamente a Westin. Su agarre se tensó progresivamente, contorsionando el rostro de Westin en agonía mientras éste gemía sin cesar. «¡Me duele, me duele! Se me va a romper la mano. Suéltame».
Sin embargo, Vincent repitió fríamente: «¡Discúlpate!».
La tez de Westin estaba enrojecida, lo que indicaba claramente que Vincent apenas estaba haciendo ningún esfuerzo. Si Vincent hubiera aplicado siquiera la mitad de su fuerza, la muñeca de Westin podría haberse fracturado.
Abrumada por la ansiedad, Heather gritó con fiereza: «¡Haré que los guardaespaldas os echen a todos!».
Se volvió hacia los guardaespaldas que estaban cerca. «¿Qué hacéis ahí parados?», gritó. «¿No me habéis oído? Deshazte de esta gente. No deben estar aquí».
Los guardaespaldas empezaron a moverse, pero se congelaron cuando la voz del mayordomo cortó el aire. «Estos tres son los invitados de honor del Conde. ¿Quién se atrevería a ponerles la mano encima?». Sus palabras pararon en seco a los guardaespaldas.
Heather se volvió hacia el mayordomo, con los dientes apretados. «¿Te pones de su parte en vez de la mía? ¿Después de todo lo que mi hermano hizo por ti?»
El mayordomo permaneció tranquilo, imperturbable ante su arrebato, como si no la hubiera oído.
Westin, ahora con un dolor insoportable, tenía lágrimas corriendo por su cara. Casi podía oír el crujido de sus huesos, imaginando que pronto podrían romperse bajo el agarre de Vincent.
Finalmente, Westin no pudo soportarlo más. «Lo siento», gimoteó. «Es culpa mía. Por favor, mi muñeca no puede soportarlo más. Se romperá si sigues».
Vincent miró al mayordomo, que asintió levemente. Y Vincent soltó la mano.
Heather corrió al lado de Westin y sus ojos se posaron en la marca roja y brillante de su muñeca. Sus dientes rechinaron de rabia. «¿Cómo te atreves a ponernos la mano encima en el funeral de mi hermano? Aunque se haya ido, no os perdonará a ninguno».
La mirada de Katelyn se clavó en ellos mientras se burlaba. «Quizá para el conde Poulos, lo peor era tener cerca a una familia codiciosa como vosotros».
Sus palabras golpearon a Heather y a las demás como una bofetada. Miraron fijamente a Katelyn, pero no se les ocurrió ninguna réplica.
El mayordomo alzó entonces la voz. «¡El servicio comenzará ahora!»
Casi de inmediato, los periodistas inundaron la zona. Al fondo de la multitud, un hombre con gafas y traje negro destacó, captando la atención de todos.
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