¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1663
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Capítulo 1663:
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Fue entonces cuando Katelyn las vio. Cicatrices. A medida que la ropa suelta de la mujer se movía con sus movimientos frenéticos, la piel quemada de su cintura y espalda quedó al descubierto: viejas cicatrices ya consolidadas.
Katelyn se quedó sin aliento. Así que esta mujer había estado en un incendio.
Las lágrimas corrían por el rostro de la mujer mientras se convulsionaba, incapaz de soportar el torrente de recuerdos dolorosos.
Sin dudarlo, Katelyn la abrazó con fuerza, sujetándola con firmeza para evitar que se hiciera daño.
A pesar de que Katelyn le susurraba palabras tranquilizadoras, la mujer seguía sumida en su histeria. Al darse cuenta de que no tenía otra opción, Katelyn metió la mano en el bolsillo, sacó una pastilla y la colocó con delicadeza entre los labios de la mujer. Tenía un sabor sutilmente dulce y se disolvió al instante en su boca. En cuestión de segundos, su respiración se calmó. Sus temblores disminuyeron.
Katelyn cogió rápidamente la almohada que había apartado antes y se la volvió a poner en los brazos.
En cuanto sus dedos tocaron la tela, la mujer se aferró a ella desesperadamente, como si fuera su único vínculo con la realidad.
Se balanceaba hacia adelante y hacia atrás, murmurando entrecortadamente: «Cariño, tu padre tiene que seguir vivo. ¡Tiene que estarlo! Cariño, pórtate bien. Cariño, duérmete».
Katelyn escuchó con atención, reconstruyendo los fragmentos de sus palabras. La mujer creía que el padre estaba muerto. Ese debía de haber sido el punto de inflexión, la tragedia que había destrozado su mente.
Una idea audaz se formó en la mente de Katelyn.
¿Podría ser que el marido de la mujer no fuera el actual rey de Yata? Al fin y al cabo, el rey actual estaba vivo y coleando, y podía visitarla cuando quisiera. Si se hubieran amado de verdad, ¿no le habría reconfortado su presencia?
Pero claramente no era así. Su estado no había mejorado en absoluto. Si acaso, había empeorado. Eso significaba que el rey del que hablaba no era el que ocupaba el trono en ese momento. Entonces, ¿a quién se refería?
Katelyn se sentía atrapada en un rompecabezas al que le faltaban piezas. La respuesta se le escapaba.
Ashlyn, aunque desconocía toda la historia, no podía soportar ver a la mujer en tal agonía.
Desde que llegaron a la villa, la mujer se había aferrado con fuerza a esa almohada. Creía que era su hijo, lo que significaba que su verdadero hijo ya estaba…
Ashlyn tragó saliva, incapaz de completar el pensamiento.
No era de extrañar que la mujer hubiera perdido la cabeza. Y ese era su estado incluso con Katelyn cuidándola. ¿Quién sabía qué tipo de sufrimiento había soportado mientras estaba encerrada en el palacio?
Su cuerpo había sido encarcelado. Su ser querido no estaba a su lado. Cualquiera se derrumbaría bajo tal tormento.
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