¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1658
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Capítulo 1658:
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Katelyn se levantó y se estiró, sintiéndose más ella misma. Después de refrescarse, se dirigió a la habitación donde estaba Ashlyn. Al entrar, Katelyn encontró a Ashlyn sentada junto a la ventana, con un libro en las manos, bañada por la suave luz del sol matutino.
Pero detrás de ese hermoso rostro había un rastro de preocupación, con los ojos fijos en el jardín lejano, sumida en sus pensamientos. El libro que tenía en las manos estaba intacto.
Reconociendo los signos de angustia, Katelyn se acercó a ella.
Al oír los pasos de Katelyn, Ashlyn salió de su ensimismamiento y esbozó una sonrisa forzada. —Buenos días.
Katelyn se agachó junto a Ashlyn y le examinó suavemente la muñeca para asegurarse de que la herida se estaba curando correctamente. Aliviada, levantó la vista y le preguntó en voz baja: —¿Estás pensando en Khalid?
Aunque Ashlyn permaneció en silencio, su expresión confirmó las sospechas de Katelyn.
Katelyn reconoció la preocupación en los ojos de Ashlyn y la tranquilizó con un tono suave. «Todo está bajo control, no te preocupes».
Khalid, todavía en el hospital, estaba cuidando de la sustituta de Ashlyn, al tanto de todos los detalles.
Esta noticia tomó por sorpresa a Ashlyn. Su principal preocupación era que Khalid se enterara de su lesión y reaccionara mal, o que se diera cuenta de que solo era una sustituta, lo que podría echar por tierra los planes que Katelyn había elaborado con tanto cuidado.
Las palabras tranquilizadoras de Katelyn disiparon la tensión acumulada en Ashlyn. Ashlyn le expresó su gratitud. —Me alegra oír eso. Temía que cualquier complicación pudiera trastocar tus cuidadosos planes.
La preocupación de Ashlyn siempre daba prioridad a Katelyn, un hecho que la conmovía profundamente.
Katelyn respondió con una sonrisa tranquilizadora. —No hay por qué preocuparse, la situación está bajo control. Ahora mismo, debes centrarte en descansar y recuperarte. Déjame todo lo demás a mí.
Katelyn cambió de tema para aligerar el ambiente. —¿Tienes hambre? Bajemos a comer algo.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Ashlyn ante la sugerencia. Asintió con entusiasmo. —Sí, vamos a comer.
Ashlyn se levantó lentamente de la silla, probando su muñeca con cuidado. Todavía le dolía un poco, pero la molestia era mucho menor que el día anterior. Se dirigieron al comedor, en la planta baja. Después de comer un poco, Katelyn decidió llevar algo de comida al pequeño patio, centrándose en tratar a la mujer y calmar su agitación emocional.
Con la bandeja de comida en la mano, Katelyn abrió la puerta y encontró a la mujer todavía sentada en el extremo más alejado de la cama. El ruido de la puerta hizo que la mujer se estremeciera, se aferrara con más fuerza a la almohada y retrocediera unos centímetros.
Sus ojos parecían un poco menos asustados que el día anterior, lo que Katelyn notó con un suspiro de alivio. Era un cambio pequeño pero positivo en su estado emocional.
Katelyn dejó la bandeja sobre la mesa de la habitación y no se acercó a ella inmediatamente. En lugar de eso, comenzó a descubrir los platos que había traído. Dado que se encontraban en Yata y que la mujer era de Granville, a juzgar por su aspecto, Katelyn entendió que la comida familiar podría ofrecerle consuelo.
Había dado instrucciones a la cocina para que preparara algunos de los aperitivos más conocidos de Granville. La idea era sencilla: los sabores familiares podían evocar una sensación de seguridad y hogar.
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