¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1654
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Capítulo 1654:
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Con meticulosa precisión, el rey repasó todos los sucesos inusuales ocurridos en el palacio en los últimos tiempos. Sin embargo, nada sustancial surgió de sus deliberaciones, salvo un detalle peculiar. Las cámaras de vigilancia habían captado lo que parecían ser llamas cerca de ese pequeño patio, aunque no se había encontrado ningún fuego. ¿Podría esta anomalía estar relacionada con los acontecimientos de esa noche?
Su mente seguía barajando posibilidades. Durante el banquete, Katelyn había brillado por su ausencia, alegando que un dolor de estómago la había obligado a ir al baño. Pero ¿era realmente necesario ausentarse tanto tiempo por un malestar así?
Casi de inmediato, el rey descartó esa idea. Katelyn ya había fallecido. Era imposible que hubiera regresado del cielo para buscar a la mujer.
En cuanto a Vincent, al ser de Granville, no tenía ningún motivo concebible para preocuparse por una mujer trastornada encerrada en el palacio de Yata. La conexión simplemente no existía.
Si Vincent hubiera deseado realmente adquirir a alguien, habría orquestado su movimiento hace años, en lugar de retrasarlo hasta ahora. Aunque el rey consideró meticulosamente todos los posibles sospechosos, la respuesta seguía siendo frustrantemente difícil de encontrar.
Al regresar al palacio, Ryanna se vio acosada por preguntas sobre la misteriosa mujer. Sin dudarlo, cogió su teléfono y…
Ryanna redactó un mensaje para un contacto desconocido. «Ayúdame a investigar la verdadera identidad de la mujer trastornada que está encerrada en el jardín trasero del palacio», escribió.
La loca llevaba años recluida. La extraña secuencia de acontecimientos de esa noche parecía girar en torno a su existencia. Ryanna intuía que la identidad de esta mujer era mucho más importante de lo que nadie había revelado.
Sin embargo, sabía que no debía confrontar directamente al rey con sus sospechas. Comprendía perfectamente que preguntarle al rey sobre este asunto probablemente provocaría su resentimiento, un riesgo que no podía permitirse correr. Un paso en falso podría descarrilar su cuidadoso plan para alcanzar el trono.
La respuesta de la misteriosa persona no tardó en llegar. «Entendido», decía el mensaje.
Ryanna dejó el teléfono con cuidado y dirigió la mirada hacia la brumosa luz de la luna que se colaba por la ventana. Una pesadez se apoderó de su pecho. Algo en los acontecimientos de esa noche le dejaba una sensación inquietante, como si todo se estuviera descontrolando.
Suspiró profundamente, tratando de convencerse de que solo era una ilusión. Pero la verdad seguía ahí: todo se había convertido en un lío enredado.
Había esperado que la muerte de Katelyn allanara su camino, pero, de alguna manera, los acontecimientos estaban tomando un rumbo inesperado. Un rumbo que no auguraba nada bueno para sus planes.
Mientras tanto, lejos del alboroto y el caos del palacio…
Katelyn abrió los ojos, con la mente aún nublada por el aturdimiento. Unos ruidos débiles resonaban en la villa, lejanos, pero aún perceptibles para sus oídos.
Intentó levantarse de la cama, pero entonces se dio cuenta del dolor que le invadía todo el cuerpo.
Katelyn se dejó caer sobre las almohadas, cerró los ojos y maldijo en voz baja. «¡Maldita sea! ¿De verdad fue tan intenso?».
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