¿Quién se atreve a encantar a mi reina encantadora? - Capítulo 1644
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Capítulo 1644:
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Solo al sentir su presencia, su corazón se tranquilizó un poco.
Vincent, profundamente conmovido por los temores de Katelyn, la atrajo hacia sí. La abrazó con fuerza y su calor se filtró en los huesos de ella.
Apoyó su barbilla suavemente sobre la cabeza de Katelyn, y su aliento agitó el cabello de ella mientras le murmuraba: «Cálmate. Ahora estamos a salvo. ¿Verdad? Todo va a salir bien».
Lógicamente, ella sabía que él tenía razón. Pero el horror de la apuesta arriesgada que habían hecho en una fracción de segundo aún la tenía en vilo.
Katelyn levantó la cara, se encontró con la mirada de él y curvó los labios en un puchero juguetón. —Bésame —dijo.
La petición de Katelyn fue inesperada y sorprendente. Vincent sintió un escalofrío. Su actitud severa se suavizó, completamente impresionado por la apasionada petición de Katelyn, a la que no pudo resistirse.
Inclinó la cabeza y rozó suavemente sus labios con los de ella. El contacto de sus labios les provocó una cálida sensación que les recorrió la espalda.
Lo que comenzó como un beso juguetón se convirtió en algo intensamente apasionado. La pasión envolvió a Vincent, haciéndole desear aún más a Katelyn. Volvió a besar sus labios y los besó con aún más intensidad.
Consumida por su beso afectuoso, Katelyn se tambaleó y se aferró con más fuerza a Vincent.
El hecho de estar alejados por sus apretadas agendas les había hecho ansiar el afecto. Esa intimidad se había vuelto cada vez más rara, y ahora sus suaves caricias parecían haber reavivado la chispa que ambos compartían, haciendo que tanto Vincent como Katelyn se rindieran a sus deseos.
—Vincent —susurró entre jadeos, enredando los dedos en su cabello húmedo—. Te deseo.
Siempre había sido atrevida a la hora de expresarse en este sentido. La audacia que él adoraba brillaba en sus palabras, deshaciendo su contención. La mano de Vincent ya acariciaba suavemente la espalda de Katelyn, y su tierno contacto le provocó una sacudida de excitación que hizo que el cuerpo de Katelyn temblara ligeramente. Vincent conocía de memoria el mapa de su cuerpo: cada curva, cada punto que le gustaba que le tocaran, los lugares que la hacían gemir.
De puntillas, ella le susurró al oído: «Vincent, hazme tuya esta noche».
Su cuerpo se volvió indefenso y sumiso ante Vincent.
El deseo ardía en sus ojos, un calor que amenazaba con consumirlos a ambos.
Ella siempre había sabido que Vincent era el hombre que satisfacía sus necesidades íntimas. Era una de las razones por las que él se había vuelto tan atractivo para ella.
Vincent sujetó firmemente la cintura de Katelyn, se inclinó hacia su oído y le dijo en voz baja: «Paciencia. Esta noche satisfaré todas tus necesidades».
Esas pocas palabras permanecieron en su mente, encendiendo una explosión de calor apasionado. Una intensa oleada de placer llenó el corazón de Katelyn y su rostro se sonrojó aún más.
Katelyn golpeó suavemente el pecho de Vincent con el puño. «Tú…».
Antes de que pudiera terminar, Vincent le cogió el puño y le acarició la piel con un toque suave e íntimo. Le susurró: «Shhh». Luego, la levantó en brazos.
El corazón de Katelyn se aceleró al darse cuenta de lo que él pretendía hacer. Se sonrojó, en una mezcla de vergüenza y deseo. «No, aún no me he duchado. Déjame lavarme primero». Su voz se apagó, apenas audible para Vincent.
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